La gala de los ganadores del Festival de las Minas cierra en Sevilla el ciclo Flamenco viene del Sur con las actuaciones de Alba Heredia, Antonia Contreras y Alfonso Aroca.
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Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla, Teatro Central 24/5/2017.
Que no todo es como empieza, sino como acaba. Lo que a priori se aventuraba como un broche de oro a un ciclo histórico que, no respondió a la sana intención del Instituto Andaluz del Flamenco, ni a las expectativas del buen aficionado, que acudió a la cita presto y confiado ante un cartel en letras de oro.
Que son los ganadores del último concurso del Festival Internacional del Cante de Las Minas: la Lámpara Minera, el Desplante, el Bordón Minero… Que no, que el Bordón últimamente lo declaran desierto, que dice el Jurado que los guitarristas que se presentan no tienen nivel. Y Antonia Contreras no solo ganó la Lámpara, sino que también obtuvo los premios por malagueñas y por granaínas. Que no te enteras, que el Desplante del año pasado lo ganó la catalana Belén López, que no sé por qué no ha venido, bueno, pero está Alba Heredia, que lo ganó en 2015…
No empezó bien la gala, las cosas como son. Porque abrió plaza el ganador de El Filón, el premio al mejor instrumentista, el pianista jienense Ildefonso Aroca, anunciado en el programa como Alfonso. Nadie duda de sus dotes como pianista o como músico. Pero el espectáculo con que se presentó anoche en el teatro más flamenco de Sevilla, no estuvo a la altura de lo esperado. Aquello fue una sesión de flamenquito en toda regla, en un ciclo en el que el público da por hecho que las liebres son liebres sin el menor asomo de duda. No es cuestión de ahondar en detalles.
Antonia de la Cruz Contreras (Málaga, 1963) es una grandísima cantaora. No hay más que verla sentada y contemplar su rictus trágico y solemne, el abrir de manos elegante hilando la imaginada silueta del cante, que sube y baja seguro por el telar invisible que sostiene sobre su falda. Anoche cantó bonito, quiso buscarse, y llegó solo a veces. Armónicamente perfecta, afinada hasta el asombro, fue valiente y temeraria al querer recibir su primer toro por mineras y cartagenera, así, sin anestesia.
Se acopló a la perfección con la sonanta clásica de Juan Ramón Caro, sin duda la partitura más flamenca de la noche. Plena de facultades y sobrada de compás, alternó letras nuevas y antiguas de tangos malagueños y de Pastora Pavón, y le pegó un repaso al repertorio de Enrique Morente. También por soleá, donde estuvo brillante por momentos y alargó por momentos los tercios de Joaquín el de la Paula y de la Serneta hasta la exasperación.
Y tuvo que salir una niña para echar el teatro abajo. Una niña de veintidós años que lleva dieciocho subida a los escenarios. Alba Heredia (Granada, 1995) se puso en el camerino sus preciosos ojos de mujer, las manos de Carmen Amaya, que se ven enormes cuando se acerca al borde del proscenio, las manos y los ojos… y unos vistosos zapatos dorados que dejaron maltrechas las tablas del Teatro Central. Qué fuerza tiene la niña, ya te decía yo, que te iba a gustar. Sí, pero es una fiera, el baile más salvaje del Sacromonte bailando por soleá y por bulerías, para mí que le falta pulirse, pues para mí no, al menos tiene su sello propio, que es lo que falta hoy en día. Las cosas que se escuchan dentro y fuera del teatro.
Ficha artística:
Espectáculo:Gala de Ganadores del Festival de Las Minas de La Unión /Ciclo: Flamenco viene del Sur/ Lugar y fecha: Teatro Central de Sevilla 23/5/2017
Primera parte
Piano: Alfonso Aroca y su cuadro.
Segunda parte
Cante: Antonia Contreras.
Guitarra: Juan Ramón Caro.
Tercera parte
Baile: Alba Heredia y su cuadro.