Malagueñas con arte
Revista La Flamenca. Málaga. Auditorio de la Diputación Provincial. Francisco Reina 19/5/2011
La tercera cita de los ‘Jueves Flamencos’ de la Diputación Provincial de Málaga deparó otro brillante espectáculo, en este caso, a cargo de tres mujeres de la tierra, las cantaoras Ana Fargas y Laura Román, en un estupendo mano a mano, y la bailaora La Lupi con su cuadro flamenco. Paco Javier Jimeno y Antonio Soto, ambos bordones mineros, acompañaron a Fargas y Román, respectivamente, lo que da una idea aproximada de la categoría del evento. Como novedad, proyectaron de fondo imágenes antiguas de Málaga y también de las actuaciones en tiempo real.
Abrió el recital Laura Román por tonás, muy sentidas y con pellizco, con las que arrancó los primeros aplausos, pese a tratarse de un cante difícil y no fácilmente digerible para la mayoría. En las bulerías por soleá, se incorpora Antonio Soto, guitarrista portentoso, y El Yaya y Juan Laike, a las palmas. Pese a sus limitaciones de voz, se muestra profunda y con la emoción a flor de piel. Prosigue por alegrías, con compás muy marcado, arte y salero. Cierra su actuación, de pie, por bulerías, alternando el cante y el baile, componiendo una estampa flamenquísima. Homenajea en su cante a Curro Romero y a Rafael de Paula e incluye un pase torero con su vestido. Espectacular Soto. ¡Cuánto arte!
ANA FARGAS
Por su parte, la esteponera Ana Fargas principió por peteneras, con poderío y enjundia, con Chico Fargas al cajón y la prodigiosa guitarra de Paco Javier Jimeno. Brindó, después, unas alegrías muy sentidas, con letras propias, en las que exhibió su torrente de voz, que alterna con momentos en los que canta casi en un susurro. Transmite mucho y bien. Continuó por marianas y se despidió con cuplés por bulerías, sentidos y con mucho gusto. Preciso, precioso y poderoso el toque de Jimeno.
LA LUPI
Cerró el evento La Lupi, que presentó su espectáculo ‘Yo conmigo misma’, que ha pasado por lugares como Chicago o Ucrania. Tras una breve introducción de danza contemporánea, nos retrotrae a lo primigenio, las pandas de verdiales, entre palmas y con castañuelas. Entra en escena el violín de Nelson Doblas. La malagueña baila como los ángeles. Curro de María rasguea, magistral, su guitarra. Mientras, La Lupi se pone su traje de flamenca, que yacía sobre el escenario. Por soleá, y con la siempre difícil bata de cola, prima el braceo en un baile con mucha enjundia. Por Cádiz, descuella el taconeo en un baile racial y elegante. Las tonás, que interpretan El Pulga y Manuel de la Curra, le permiten cambiarse de traje. Vuelve por sus fueros en un auténtico derroche de arte y salero. El público, que abarrotaba el auditorio, acabó rendido a esta maestra del baile flamenco. Rocío Molina se cuenta entre sus discípulas. No digo más. En la despedida, fin de fiesta, pataíta incluida de los integrantes de su cuadro flamenco.