Jerez arropa a Shoji Kojima en Toda una Vida.
Revista La Flamenca. Jaime Trancoso. 2/3/2023
Toda una Vida lleva Shoji Kojima dedicado y entregado en cuerpo y alma al Flamenco. Mecenas, buena persona y muy querido en Jerez, bailó su seguiriya, así que tocaba arroparle una vez más. Ya han sido varias las ocasiones en las que ha presentado obras en el Festival de Jerez (La Celestina, Fatum, A ese Chino no le canto, Flamenconautas, Lorca x Bach) y siempre nos preguntamos si esta será la última vez.
El espectáculo constaba de muchos números sueltos, pero nada que objetar ante un gran ejemplo de la multiculturalidad y universalidad del flamenco bien trabajado con músicos de aquí, con buenos cantaores: ¡como debe ser! Toda una Vida me estaría contigo comenzaba a cantar Miguel Lavi, con una introducción de Chicuelo (que lleva acompañando a Kojima 30 años) y el chelista Martín Melendez, que con gran musicalidad participaba en todos los números. Quizás la versatilidad del cellista fue lo que más nos sorprendió de este espectáculo.
Javier Latorre aparece sentado y bien rodeado de los bailaores Karen Lugo, Gabriel Matías, Ana Latorre, Yuka Imaeda. Cada uno tuvo su momento. Londro acompañó a Gabriel Matías y Ana Latorre. La percusión de Perico Navarro daba la introducción a Yuka Imaeda, vestida de rosa, con iluminación en ambar por alegrías. Javier Latorre nos deleitó con su elegancia, mientras el chelo nos trasladaba a Latinoamérica, a Astor Piazzolla.
Karen Lugo, con una dilatada carrera ya en España, bailó un expresivo garrotín con Lavi con un precioso vestido rojo, mientras Perico la acompañaba con congas y djembe. El chelista Martín Melendez también tuvo su solo, dándole una intro a Londro para la seguiriya de Shoji Kojima.
Toda una experiencia entrañable ver a este primer pionero japonés que vino a España en los años 60 a descubrir el flamenco. El broche a un espectáculo de sesenta minutos de reloj lo puso el cante de Yuja, “No me llames Dolores, llámame Lola” rodeada de todos los bailaores.
La dirección artística de Estévez y Paños es un éxito asegurado. Eso debió pensar Lucía La Piñona, y no se equivocaba. Por ejemplo, ya asesoraron recientemente a Alfonso Losa, aupándole a conseguir el Premio de la Crítica del Festival de Jerez con “Flamenco: Espacio Creativo”.
La intelectualidad de Estévez y Paños aseguraba el éxito, con unos silencios con mucha profundidad y sentido, más la experimentación y un poquito de baile español de la mano de Jonatan Miró. De hecho, la pieza comenzaba con un silencio y una alusión a Cernuda: “Una mirada fugaz entre las sombras, bastan para que el cuerpo se abra en dos... Fugaz encarnación del poema No decía palabras de Luis Cernuda incluido en el poemario Los placeres prohibidos (1931)”.
También garantizaba el triunfo rodearse de cante del bueno, en este caso de Matías López ‘El Mati’, Jesús Corbacho y José “El Pechuguita”. El espectáculo era de lo más completo, rico y variado. Especialmente el desvarío con Mati al espacio sonoro, convertido en DJ con su mesa de ritmos y efectos: “fantasía quinqui-jonda de rumbas, tecno, boleros y rap”; rap que precisamente se marcó la mismísima Piñona.
Lucía bailó por alegrías, cantiñas, pero donde realmente convenció fue con la soleá del final del espectáculo, donde vimos a Lucía en todo su apogeo. También contribuyó al éxito el diseño de iluminación de Olga García, que le sacó mucho partido a un simple foco en boca para crear todo tipo de sombras sobre el telón de fondo, aunque no tanto al ciclorama. Por supuesto, cuando no se habla del técnico de sonido siempre es una buena noticia, Fali Pipió siempre sobresaliente. Enhorabuena al Festival de Jerez por acompañar a esta pedazo de bailaora de Jimena de La Frontera, La Piñona, desde los espacios alternativos del certamen al gran coliseo del Teatro Villamarta.