(Karonte, 2006)
Una guitarra, seis voces y la Orquesta Sinfónica de Bulgaria. Juan Carmona (Lyon, 1963) se atreve con algo difícil y deja atrás cinco años de trabajo intenso. El resultado es Sinfonía Flamenca, una obra tan vigorosa como sorprendente, que se desliga de lo ya realizado con este tipo de agrupaciones musicales. Aprovechen el acto de la escucha para saborear los múltiples momentos de éxtasis musical que Carmona propone, lejano al dialogo melódico banal y sin sentido. Su guitarra conmueve, empresa difícil entre tanta cuerda frotada abonada a la provocación de una continua ternura.
Chisera es la bulería de impacto con la que se abre esta sinfonía en diez movimientos, con concesiones a la canción flamenca entre recuerdos a las cosas de Paco en Hierbecita. Suena Vicente en las alegrías La Isla de León que Esperanza Fernández conquista haciendo tirabuzones en el pentagrama con su garganta. Se estremece Badajoz en la nana que llora Guadiana. Y Diego Amador, que vuelve a convertir su Quejío en soleá por bulerías, desafía a Haydn ante la sumisa batuta de Dominique Debart. Toda una señora orquesta rendida a sus pies. Sinfonía Flamenca es, por encima de cualquier adjetivo, una obra de respeto. Y de lenta digestión.