Esta mañana concluía el ciclo "Las mañanas cinematográficas flamencas" con la proyección del documental "Morente. La pasión" dirigido por Juan Verdú, periodista vinculado siempre al mundo del flamenco desde su programa en Onda Cero "Madrid flamenco", también como organizador del festival madrileño "Suma Flamenca" y amigo del desaparecido Enrique Morente.
El documental es toda una obra de arte donde se plasma la vida del cantaor fuera de los escenarios, con la familia y con los amigos. Intervienen en él amigos como Pepe Habichuela, Carmen Linares, Jose Manuel Gamboa, Pedro Gabarre o el propio Juan Verdú contando anécdotas de Enrique haciéndolo aún mas único. Su vida en Madrid, las noches en el conocido "Candela" y sus partidas de ajedrez, el olvido de la comunión de su hija Estrella, el barrio Lavapiés y sus actuaciones en lugares impensables como una asociación de mujeres amas de casa junto al maestro Habichuela.
La familia estuvo muy presente en la vida Morente, inculcó a sus hijos desde pequeños la pasión por la música fuese el que fuese su género o estilo y los enseñó a amar la belleza de cualquier pieza que tuviera una riqueza musical y un sentimiento. Sus hijos Quiqui, Estrella y Soleá narran la vida junto a su padre. Admiración y adoración salen de las pupilas de los tres. También aparecen en el documental Aurora Carbonell demostrando su amor por su marido antes que nada y su yerno el diestro Javier Conde, narrando cuando le regaló el día de la pedida a Estrella las gafas de sol de Juan Belmonte en una cajita de nácar. Detalles que hacen que este genio sea aún mas eterno y mas admirable.
También son varios los momentos de conciertos y recitales los que recoge esta pieza audiovisual entre los que destaca el festival de Benicasim de 2006 junto a Lagartija Nick interpretando su obra mas rockera: Omega.
Un documental recomendable para conocer otro lado del cantaor fallecido que no deja de sorprender a nadie. Se despedía Juan Verdú con estas palabras: “lo he pasado muy mal editando este video y algunas veces tenía que salir a la calle para poder despejarme”.