Anoche en la pedanía diminuta y flamenca de Lo Ferro tenía lugar la gala Voces de Oro que reunía diferentes tejidos y contrastes en el escenario del festival.
Comenzó la noche con la entrega de la Medalla de Oro del Festival de Cante Flamenco de Lo Ferro a la Fundación Gomaespuma, siendo el periodista y director de dicha fundación Juan Luis Cano el encargado de recoger el galardón, que terminó su agradecimiento marcandose unos fandangos junto al toque de Antonio Fernández "El Torero.
Tras la entrega llegó el momento del cante con las voces femeninas y jóvenes, ganadoras del Melón de Oro en 2.010 y 2.012. La primera fue la cordobesa Rocío Luna, que se alzó con el prestigioso premio con tan solo 12 años y llegó encandilando al público con su voz. Aprovechando estos años para seguir estudiando el flamenco, motivada y comprometida con este arte, Rocío pese a su corta edad ya maneja los hilos y los quiebros de los secretos del cante. La cantaora apuesta fuerte en sus recitales con cantes llenos de matices y sorprende la frescura añeja que posee en un temple, presencia y aire.
Regresó anoche a tierras murcianas la onubense Beatriz Romero, ganadora del Melón de Oro en la última edición del festival. Tras un año de subidas y bajadas de escenarios y recoger en el camino otros premios por la geografía española, Beatriz demostró la valía de sus galardones con su voz fina y acaracolada, poco a poco va ajustando su potencial al conocimiento que adquiere despacio y a compás como se hacen las cosas bien. Mención especial para el guitarrista Faustino Fernández, que se estrena como guitarrista oficial del festival y confirmó su profesionalidad dominando las seis cuerdas y siempre atento a las necesidades del artista.
Pasaron de la frescura de estas dos cantaoras que poco a poco van creciendo a dos cantaores que ya han crecieron y siguen regalando momentos de arte en los escenarios. El veterano Manuel Cuevas, procedente de Osuna y Lámpara Minera en 2.002, conocido por su buena afición y sus estremecedoras saetas, llegó a Lo Ferro a cantarse con gusto, el público pudo disfrutar de su flamenco jondo y lleno de purezas, vacío de menesteres innecesarios y ahondando en los palos como pozos llenos de tesoros flamencos.
Terminó la gala el extremeño Miguel de Tena, asiduo a este festival con el que mantiene unos lazos estrechos y llenos de cariño. De Tena que llega siempre bien de voz, regaló un recital de sentimiento autentico, siendo un excepcional intérprete de cantes libres y fandangos.
Se despidieron de las galas de cante profesional con el aire fresco y renovado de estos cuatro cantaores para mañana entrar en la semifinal del concurso con siete artistas que lo darán todo para llegar a la final y conseguir el reconocimiento de uno de los festivales más importantes del estío español y murciano.