El ciclo que se ha celebrado del 22 al 24 de julio ha hecho gala de la innovación y ha alcanzado el éxito de público.
Revista La Flamenca 27/7/2022
El Patio de la Sede del Distrito de Nou Barris de Barcelona ha acogido del 22 al 24 de julio la segunda edición de su festival Desvarío Flamenco alcanzando con creces el objetivo de hacer llegar a un público numeroso la riqueza del flamenco, como manifestación cultural que va más allá del cante y el baile.
Las cifras hablan por sí sola, y tal y como se señala desde la organización de esta cita flamenca barcelonesa, durante las tres noches de su programación, se colgó el cartel de aforo completo para la agenda del viernes y sábado, siendo la ocupación del domingo de más del 80%.
Pero además, el festival, organizado por la Asociación El Dorado y el Distrito de Nou Barris, con el apoyo del Festival Grec y la Diputación de Barcelona, se marcaba, como objetivo el mostar la dimensión y la riqueza cultural del flamenco. Algo que ha quedado latente con la programación diseñada, tanto por parte de los espectáculos, como por las actividades paralelas.
Corroborando las palabras del propio presidente de la entidad, Pedro Barragán, Desvarío ha sido “una muestra viva del flamenco de hoy, rico, poliédrico, diverso; interpretado por artistas que se mueven con desahogo en el equilibrio tenso que une la tradición con la vanguardia, en función de la pulsión que les dicta la necesidad de vivir su tiempo.
Balance de las actividades paralelas
En el balance presentado desde la organización, en primer lugar se ha hablado de las actividades paralelas donde ha habido conferencias, improvisaciones, clases… una agenda completa de actividades, todas gratuitas. Con ellas se llegó a todo tipo de público, incluso el infantil, y mostró que la dimensión cultural del flamenco va más allá del cante y del baile.
En este sentido cabe mencionar que el festival arrancó con la conferencia de José Manuel Gamboa “De la era Pulpón a aceptamos pulpo como animal flamenco”, donde el escritor, periodista, guitarrista y experto en el género hizo un recorrido por la evolución de este arte, desde los días en los que Jesús Antonio Pulpón dominaba una escena flamenca en la que imperaba la ortodoxia hasta la actualidad, en que el flamenco deja un amplísimo espacio a la libertad creativa, a la eliminación de fronteras entre géneros y culturas y al juego entre tradición y vanguardia.
Las improvisaciones fueron protagonistas en la mañana del sábado gracias a “Cronexiones”, improvisaciones cronometradas en las que, durante 30 minutos, dos artistas que nunca habían trabajado juntos aunaban y ajustaban su talento. Gracias a ello hemos podido disfrutar del arte y compás de parejas como la bailaora Aina Núnez y el guitarrista Jero Férec, o la del rapsoda Josep Pedrals junto al bailaor Martí Corbera.
Tras “Cronexiones” una performance bajo el título “La hora del ritual” donde aquí el flamenco se coló en la cocina teniendo como protagonistas a la artista transdisciplinar, Marina Monsonís, que subió al escenario junto al bailaor Juan Carlos Lérida. Fue una actividad que nos dejaba imágenes como el zapateado machacando los ajos, o el crear partituras con la piel de las patatas que habían mondado. Así, poco a poco y a compás se iba haciendo el suquet flamenco que finalmente el público pudo degustar.
Como parte de estas actividades paralelas, la tarde del sábado, la bailaora Karen Lugo, acompañada de la cantaora Anna Colom, el guitarrista Marc López, el percusionista Pablo Gómez, el actor Manu Almonacid y Sebastián López como ayudante de dirección, acercó lo jondo al público infantil mediante un espectáculo de baile teatralizado que llevaba por título “La lotería”.
Esta agenda se completaba con dos masterclass que se impartieron la mañana del domingo 24 de julio y que contaron con la bailaora Ana Morales y el guitarrista Rycardo Moreno como profesores.
Balance de las actuaciones
Como se ha mencionado anteriormente, las noches del Festival Desvarío Flamenco estaban marcada por las actuaciones y los directos que en sus tres jornadas. En dos de ellas se colgó el “No hay entradas” y en otra se llegó a una ocupación de más del 80%.
Su programación se movía entre la tradición y la vanguardia, con un cartel conformado por artistas consagrados y emergentes.
De este modo, la noche inaugural, la del viernes 22 de julio, comenzaba con Arcángel. El cantaor onubense volvió al escenario que lo vio debutar como cantaor de primera fila 22 años antes, con lleno absoluto y el público de pie. En el escenario lo acompañaron el guitarrista Miguel Ángel Cortés y Los Mellis, haciendo coros y palmas.
Al día siguiente, el sábado 23 de julio, se volvió a completar el aforo, esta vez para disfrutar del espectáculo “Certidumbres” donde la bailaora Vanesa Aibar y la guitarrista y cantaora María Marín demostraron que hay mucho futuro, en el género, futuro con nombre de mujer.
Y como segunda actuación de la jornada, llegó el concierto “Vida” a cargo del guitarrista Josemi Carmona, el contrabajista Javier Colina y el percusionista Bandolero. Una cita que tomó su punto álgido con la presencia de Pepe Habichuela en el escenario poniendo el público, de pie. Fue, sin duda alguna, un trío cuya propuesta que conjugaba flamenco y jazz fue despedido con entusiasmo.
Ya el domingo 24 de julio Desvarío Flamenco nos tenía preparado dos nuevos recitales de clausura que tampoco pasaron desapercibidos. El primero de ellos estuvo a cargo de la cantaora catalana Alba Carmona quien acompañada por el guitarrista gaditano Jesús Guerrero recorrió las sonoridades más clásicas del flamenco, haciéndolas convivir con los sonidos populares latinoamericanos, que Carmona conoce muy bien.
En el caso de la actuación final, el bailaor Andrés Marín cerró el Festival Desvarío Flamenco 22 Nou Barris con “Jardín impuro”, un espectáculo exigente para el público por su innovación y para los intérpretes, ya que pedía un virtuosismo y una energía más que notables. Junto a Marín subieron al escenario el cantaor José Valencia, los guitarristas Salvador Gutiérrez y Raúl Cantizano, y el percusionista Dani Suárez.