Arrancó anoche la decimocuarta edición del Festival de Jerez con una sentida ovación a la figura del tristemente desaparecido Fernando Terremoto. Tras el emocionado recuerdo, la superproducción del ballet Flamenco de Andalucía “Poema del cante jondo en el Café de Chinitas”, una nueva revisión del universo lorquiano en la que se combinan versos musicados de este poemario con las canciones populares que el autor granadino recopiló y grabó en 1931 con la Argentinita. Todo un despliegue de medios técnicos y escenográficos que entretuvo al público aunque sin llegar a alcanzar momentos de verdadera intensidad artística y emocional.
La recreación del mítico Café de Chinitas malagueño fue sin duda uno de los aspectos más logrados. Sobre las tablas del coliseo jerezano se había colocado un pequeño escenario de inspiración modernista que quedó reservado a la interpretación de los estilos más ortodoxos –seguiriya, soleá, saeta y petenera-. Entre éstos destacó la saeta que nos brindó Vicente Gelo, sin duda alguna uno de los pasajes más intensos de la obra. El resto del espacio escénico quedaba cerrado por una cristalera con predominio de espejos verdes. Frente a ésta, un nutrido cuerpo de baile que reunía a los distintos tipos humanos que frecuentaban este tipo de ambientes interpretaba las canciones populares ya mencionadas a modo de coreografías grupales, pasos a dos y a tres o solos, todas muy similares y un punto reiterativas. La directora del Ballet cedió protagonismo a los miembros de su compañía y su participación se limitó a puntuales apariciones que vinieron a elevar, si quiera levemente, el tono del espectáculo. Durante la interpretación del Zorongo, la Hoyos se subió a una mesa y, rodeada por el sector masculino de su cuerpo de baile, compuso figuras de gran belleza que nos recordaron la iconografía de los cafés cantantes que se aprecia en cuadros y fotografías de época.
En definitiva, un espectáculo largo –rondó las dos horas-, algo efectista y plano que, a pesar de todo, fluyó más o menos bien pero que careció de la emoción e intensidad que se demandan de un montaje de estas características y presupuesto.