De la fuente de la Albarizuela, donde iba el Tío Luis de la Juliana a rellenar sus cantaros para vender el agua con el que se ganaba la vida mientras cantiñeaba, tiene unas calidades que desconocemos, pero quien la bebe se ve que le produce unas capacidades flamencas fuera de lo habitual. Y eso puede ser que le ocurriera al bailarín/ bailaor Fernando Belmonte. Su figura ha sido el motivo del espectáculo que clausuraba la decimocuarta edición del Festival de Jerez. Trabajando codo con codo con Joaquín Grilo, han puesto en escena la vida de este artista de artistas y maestro de maestros. El montaje, que toma muchos elementos escenográficos de anteriores puestas en escena del Grilo, va narrando los acontecimientos más significativos de la vida artística y personal de Fernando Belmonte. Dichas etapas son representadas por los también bailaores Fernando Galán, Christian Lozano y Ángel Muñoz. Etapas tales como la llegada de Fernando a Madrid donde se incorpora en la compañía de Antonio El Bailarín, su servicio militar en el Sahara, su trabajo junto a esa diva del clásico español llamada Victoria Eugenia y su posterior regreso a su Jerez natal, donde en la calle Bizcocheros fundó su estudio de danza y el Ballet Albarizuela.
La banda sonora de la noche fue muy diversa, desde Falla a Albéniz, pasando por los lecos jondos de los martinetes, fandangos, farruca y seguiriya en las voces de Carmen Grilo, José Antonio Núñez y José Carmona. El homenajeado mostró sus cualidades con los palillos, y pese a contar con setenta años, exhibió una estupenda forma física por alegrías junto a las bailaoras invitadas, fruto de su escuela, tales como Ursula López , Alicia Márquez y Charo Espino. El momento más emotivo de la noche fue el baile de la chiquillería que rememoraba los inicios de su escuela y la soleá que se bailaron Grilo junto al homenajeado. El espectáculo ha sido elegido como el mejor del festival según el publico, que en esta ocasión era mayormente jerezano.