La variada programación de Junio Flamenco en Sevilla ha abarcado casi todos los espacios tradicionales de representación de este arte: el teatro, la calle, la peña e incluso el rancio cortijo. El evento, que pretende ser un puente entre los ciclos invernales de los teatros y la temporada de festivales que cada año llega con las primeras señales de calor, ha dado especial protagonismo a las nuevas generaciones de artistas que están dando el cante, el baile y el toque actual. Sin embargo, ha sido Miguel Poveda el verdadero protagonista al abrir y cerrar el ciclo. Los días 9 y 10 el cantaor catalán presentó en el Lope de Vega su nuevo proyecto discográfico, Coplas del querer, en lo que fue un acto social en toda regla, dada la cantidad de artistas que acudieron a la cita. Su espectáculo contó con el piano de Joan Albert Amargós, la guitarra de Chicuelo, cuerdas, percusión y viento, para recrear de manera sobria y elegante las canciones que el pequeño Miguel escuchaba en su casa de Badalona y que le fueron llevando de manera irrevocable al mundo del flamenco. De este modo, comenzó cantando a capella un popurrí de los estribillos más conocidos (La bien pagá, Ojos verdes,...) abriendo así la puerta a ese universo que desgranaría a lo largo de hora y media de concierto. Repertorio clásico, fundamentado en las creaciones de Quintero, León, Perelló, Quiroga entre otros, a los que Poveda aportó su deje flamenco y su naturalidad para conquistar a un público convencido y entregado desde antes de entrar en el teatro. Al igual que el disco, su directo conjugó distintos formatos (orquesta, cante a piano, voz y guitarra) para conseguir otras tantas texturas a canciones tan manidas. Fue a solas con Chicuelo donde sacó todos sus recursos para enloquecer al graderío. Además de en Mis tres puñales el artista brilló especialmente con su magnífica revisión de En el último minuto.
Por su parte, el IX Larachí nos dejó tres noches íntimas en una Peña Torres Macarena abarrotada de gente que se sobrepuso como pudo al calor galopante. En la primera de ellas, el efectismo de El Choro y la elegancia de María Moreno bailaron acompañados por las voces de Miguel Rosendo y Javier Rivera y la sonanta de Juan Campallo. En la segunda cita comparecieron Alicia Acuña y Raúl Cantizano, quienes ofrecieron un recital de corte más clásico de lo que muchos esperábamos ateniéndonos a sus últimas propuestas (Malgama, Bulos y tanguerías, Tejidos al tiempo). Letras tradicionales en la personal garganta de Alicia y sus exquisitas caídas tonales. Y toque entregado y desnudo en las manos de Raúl. Destacar la segunda parte del espectáculo, donde disfrutamos de una exquisita milonga en su versiones americana y flamenca, así como los tanguillos dedicados al maestro Chano. Fue aquí donde la pareja puso toda la carne en el asador demostrando la variedad de recursos expresivos que permite un palo que ha quedado medio huérfano desde hace dos meses. Por último, el 24 de junio llegó el turno de Noelia Sabarea. La joven bailaora estuvo fresca y divertida por alegrías, meneando una bata de cola blanca al son de la guitarra de El Kuko y las voces de Antonio Carrasco y Kiko Ramos. Fue una coreografía en la que la plasticidad cedió ante los contoneos dionisíacos y la excelencia técnica a dejó hueco a la comunión con el público. Destacó por su parte Antonio Carrasco en unos tientos-tangos de exquisitas modulaciones y una entrega admirable.
En Bellavista, en el Cortijo del Cuarto, tuvo lugar el XXXIV Festival Flamenco de La Fragua en una larga noche que aglutinó a un buen ramillete de artistas encabezados por El Capullo de Jerez, entre los que se encontraban Guillermo Cano, El Polaco y Manuela Cordero al cante, Lalo Tejada y su grupo al baile, y Rubén Lebaniegos, Manolito Jero y Manuel Herrera al toque. Volviendo a Sevilla, el fin de semana de 20 y 21 de junio, se produjeron sendos espectáculos en plena Alameda de Hércules. El sábado acudió la hornada más reciente de artistas jerezanos (Juanilloro, Mijita, David Carpio,...), aglutinados en el espectáculo Nueva frontera del cante de Jerez. El domingo llegó la hora del VI Festival de Jóvenes Flamencos, que en esta edición contó con la presencia de Gastor de Paco, Toñi Fernández, La Piñona, Tomate de Córdoba, Manuela Cordero y El Jara.
Para cerrar esta variada programación el V Festival Flamenco de Sevilla congregó en el Monasterio de la Cartuja a un público más heterogéneo de lo habitual. El primero de los bloques de los dos que conformaron la noche, con el título de Aires de Morón, pretendió ser una panorámica de lo que supone hoy día el toque de esta localidad sevillana. La guitarra de concierto la puso Paco del Gastor, quien estuvo acompañado de sus nietos Gastor de Paco y Antonio del Gastos. Estos jóvenes han asimilado la escuela impuesta por su ancestro Diego, pero su acercamiento aún es museístico, les queda profundizar en ese lenguaje para crear un idioma propio ajustado a la sonanta contemporánea. Tienen tiempo de sobra. Juan del Gastor, hermano de Paco, mostró las formas del toque de Morón en el acompañamiento a Miguel el Funi. El de Lebrija salió al escenario en malas condiciones y su recital dejó mucho que desear, más aún teniendo en cuenta que era una excelente oportunidad para mostrar a la cantidad de gente joven que había acudido a ver a Poveda otras corrientes esteticas del arte flamenco. El baile de Merche de Morón cerró la primera parte del festival. La segunda parte tuvo como único protagonista a Miguel Poveda, esta vez con Chicuelo y sus palmeros para ofrecer un recital excepcional. Ramillete de cantiñas, malagueñas y rondeñas, soleá de Charamusco y... ¡sorpresa! Cuando tenía al público en el bolsillo Miguel invita al pequeño Kiko Peña, ecijano de 13 años, a cantar por alegrías y al fin de fiesta. El niño demostró valor, cualidades, sentido del compás: dará que hablar.
Texto: Ernesto Novales - Foto: Maxi del Campo