ROSARIO TOLEDO, DE BAILARINA A PUNTA TACÓN
Revista La Flamenca.Manuel Sualis 10/5/2011 Foto: Adam Newby
Desconozco si la intención de Rosario Toledo era dividir el espectáculo en dos partes, pero así lo percibí yo. "Del primer paso" es el nombre de un montaje que quiere reflejar la evolución de Rosario desde sus comienzos en el Conservatorio de Danza de Sevilla, donde se licenciara en Danza española, hasta el presente, y así lo corroboró cuando apareció después de levantarse el telón con una preciosa y apremiada iluminación que centraba rabiosamente la atención en los gestos faciales de Rosario.
Fue en esta primera parte donde más resaltó la bailarina que llevaba dentro, con sus zapatillas de punta y alegres movimientos, sacó una encajosa y negra falda tutú que unió para completar el cuadro a unas castañuelas con lazo verde botella. Apareció David Palomar y empezó el mezclúm de letras y estilos, entre el la s el "Corre que te pillo, corre que te cojo" en Bulerías, que puso la nota humorística y juguetona a la que nos tiene acostumbrados el paisano de Rosario, mientras correteaban uno detrás del otro entre tablas.
Daniel Méndez entró con una Granaína endiablada y la vez dulce, aún no era el momento de sentarse y se apoyó en una banqueta negra que posteriormente sirviera de mini plataforma de baile a Rosario, que una vez terminada la Granaina se adentró en el escenario , ahora sí con clara intención de empezar a torear con el flamenco, dejando atrás los movimientos de bailarina para descalzarse la s zapatilla s y enfranscarse los zapatos de punta tacón que desde el cielo le ofrecieron, así se convirtió en bailaora.
Con los tres en pleno subidon deseosos de cenar flamenco, de devorar cabales, se dieron un paseo con pinceladas de Fandangos, Zorongo de Lorca y Tangos de segadores, para empalmar las con una Trilla preciosa de David con la se despidieron de este primer acto. Este momento final en el que recogieron varios cantes y estilos me recordó a los principios, cuando uno empieza a descubrir la grandeza del flamenco y quiere probarlo todo, en amalgama juvenil de caballos que relinchan y trotan en pradera desconocida, por que se intuye que después viene lo grande, lo jondo, el bosque flamenco de verdad.
Y así fue, David Palomar se marcó una Seguirilla recia y con sabor añejo, engrandecida con la presencia de Rosario Toledo, ahora sí, flamenca por los cuatro costados, se enfundó un pantalón negro con chaquetilla del mismo color, corta y con borlones, debajo blusa blanca y pañuelo negro con lunares marfil al cuello. Aquí fue donde empezó el espectáculo flamenco, Rosario tiró de ingenio y pulcritud, de seguridad, seriedad y maestría. Fue lo mejor de la noche, la cantidad de recursos que tiene la gaditana en pies, brazos, hombros, giros, desplantes y esa capacidad de escorzar hacia atrás que parece se fuera a quebrar, casi hasta el infinito, le confieren una grandeza en el baile a Rosario que pocos pueden cotejar en si mismos. Rosario, repito, tiene una variedad de recursos que otros grandes quisieran para ellos, pocas veces se le ve repetir movimientos, es como si nunca se hubiera querido apropiar de gestos identificables con su persona, por que hay tantos que quizás sea esa la característica más reseñable de Rosario.
Tal vez si Rosario se lanzara al mundo del asesoramiento en dirección artística, podría dar ese último paso que la hiciera estar en donde merece por méritos propios, que insisto, no le faltan, pero si que carece de una lectura mas artística y coreográfica que quizás alguien más docto en estos pudiera darle, para terminar de empujarla y dar ese salto, tal y como hiciera desde la banqueta negra, cuando pasó de bailarina a baila ora.
Después de la Seguirilla una Soleá muy acertada respecto a composición por parte de Daniel Méndez, con juegos de intenciones en cuanto a la interacción del compás, pasando de Soleares a Bulerías y de Solea por Bulerías a Bulerías y asi, hasta completar un numero muy redondo en cuanto al acompañamiento al cante, a los acordes y falsetas del siempre genial Daniel Méndez, acertado y seguro en si mismo, también hacedor de recursos, como demostró en la Malagueñas, sobrias y contundentes, donde David Palomar se acordó de Fosforito "el viejo" y cerró con "el Mellizo".
Para irnos con gracia en el cuerpo, cerraron como solo en Cádiz saben hacerlo, por Alegrías y con un precioso vestido Blanco impoluto de Rosario con bata de cola, de la que abusó poco, en un par de ocasiones mantuvo un dialogo de tu a tu, cara a cara con ella. No hace falta contar la entereza y soltura con que David Palomar encumbra este cante, con la línea de Aurelio Selles y Chano Lobato, con aire de cantón independiente hasta la medula y esa sonrisa que contagia a todos y sobre todo a quien tiene mas cerca, a Dani Méndez y a Rosario Toledo, felices, dichosos.