DANI DE MORÓN
Como un herrumbre de rejones autóctonos feroces y sin complejos, libres en manada del monte, así apareció Daniel López Vicente, Dani de Morón. Entró, saludó con un leve escorzo de cuello y se sentó, solo ante el peligro.
Dani se vuelca en la guitarra y se la come sin masticar, se asalvajó y nos dio una bofetada musical y sentimentalmente hablando. Interpretó un tema propio llamado "Inmigración" en concordancia con los tiempos que corren.
Dani es de esos tocaores que te llega bien dentro, y uno sin saber como, lo deja pasar, le invita a que entre y se quede, para no irse jamás.
La intensidad de su toque es quizás uno de sus mejores cartas de presentación, fragua los temas con colores, según su interpretación de los estilos, por ello en el tema "Cambio de sentido" predominó el amarillo, el naranja, colores tierra. En la Seguirilla, Dani encontró la oscuridad del fondo de los mares, de lo desconocido, fuerza el de Morón los pulgares y los tonos negros para crear un autentico homenaje a la Seguirilla de antaño, es entonces cuando aligera el compás y en paralelo comienza a subir del fondo a la superficie, pasando del negro mohino al verde oscuro y terminar en azul de mar cristalino.
Aquel que busque en el sevillano la escuela del Gastor, se encontrará con un guitarrista respetuoso con sus origenes y con una creencia sincera, segura y abierta de que su camino va por otros derroteros, su fuerza en el escenario, es la misma que cuando sale por la puerta trasera del Central, lo tiene claro. Dani se está haciendo un hueco importante y ojala los añejos de su pueblo se den cuenta de que en el planeta Morón hay otros guitaristas que no siguen la escuela de Diego, igual de validos, de echo deberían apoyarlo sin concesiones, por que deja el pabellón de Morón de la Frontera, bien alto, y abierto, muy abierto, sin frontera.
ALFREDO LAGOS
Al igual que Dani, Alfredo eligio enfrentarse al Central sin concesiones, sin palmeros, sin percusionistas, sin cante, nada de nada, Un foco amarillo sobre la cabeza y mucha valentía, fueron los dos unos osados y es de agradecer.
Alfredo afinó diferente la sonanta para empezar por Rondeña y Caña. Si Dani es fiero y salvaje, Alfredo es elegancia y pulcritud, se endereza en la silla para estar mas cerca del cielo, para hacer poesía con falsetas, para armonizar nubes. Con olor a hierro oxidado se adentró en "Riotinto", Soleá con sello propio y personalísimo, preparando los tercios con paciencia para enfrentarlos con falsetas en prosa. Sin olvidar la tierra de Onuba, el de Jerez se embarcó posteriormente en unos fandangos que bajo el titulo de "A mi mare", bordó de tonos alegres y enamoradizos, con la intención del que apuesta por la creatividad.
Lagos se fué con Bulerias y es ahí donde duele, es ahí donde uno se acueda de la familia Morente, ese toque inconfundible que despierta pasiones en sus compañeros de profesión, en los amantes de la guitarra, de la música bien echa, con sentimiento y cordura. Lo mejor es saber que a Alfredo le queda cuerda para rato, que aún guarda en los bolsillos buenas nuevas, que atesora atriles cargados de pentagramas nerviosos, deseosos de ser rellenados de tinta indeleble con tonos insospechados. Alfredo empieza a ser un referente de los que vienen detrás, un escalón más, otro peldaño.
Antes de que entrara Pastora Galván, Dani de Morón y Alfredo Lagos interpretaron una buleria en un mano a mano que compaginaron estupendamente don estilos tan diferentes entre si, pero con un denominador común, personalidad propia, afán de creación e inspiración. Se lo trabajaron y fué una preciosa despedida.
AHORA SI, PASTORA
Pastora Galván entro en el Central, para hacer sus últimos ocho minutos de baile en este año. Entraron Pastora y Pastora. Pastora madre y Pastora hija, por que así se llamará la criatura que lleva dentro de sus cinco meses de gestación. Sonriendo en buletangos para el público, la sevillana nos regaló sus mejores gestos, de cintura, de hombros, de ceja fruncida en falsetas de vértigo, por que detrás tenia a dos auténticos rascacielos del flamenco, de giros limpios , sin la pesadez de los kilitos que nos regala la naturaleza cuando las mujeres gestan vida, por que cada dia que pasa, su criatura crece, y se rodea de un ambiente de amor y ternura, como la que destila Pastora.
Y me decía antes de empezar: "Manuel, se notará que estoy preñá? a ver si se va a creer la gente que estoy gorda!" En septiembre la veremos paseando a su criatura en el Otoño de la Alameda de Hércules., Pastora y Pastora.