VERSATILIDAD Y
ORIGINALIDAD EN “TRANQUILO ALBOROTO”
Córdoba. Gran Teatro 30/4/2011
Francisco Martínez Sánchez
Fotografía: Toni Blanco
Contenido
variado y por momentos arriesgado el que se articula en el espectáculo Tranquilo
alboroto que la Compañía Rubén Olmo presentó
en el Gran Teatro de Córdoba, con motivo del ciclo Flamenco viene del
Sur. A través de siete escenas se van
perfilando distintos conceptos del baile flamenco, de la danza española y la
danza clásica, una miscelánea de estéticas que pudo llegar a confundir a
algunos, al no resultar un espectáculo homogéneo, sino sucesión de diferentes
propuestas. Rubén Olmo junto a su compañía supieron exponer como distintas
danzas pueden convivir en un mismo contexto, sin que por ello se pierda
autenticidad, se refuerce identidad y halla espacio para la creatividad. El
bailarín desarrolló de manera excelente cada una de las coreografías que
asumió, proyectándolas con una cuidada y depurada técnica, emanando la
sensibilidad suficiente para conectar con un público expectante. Tanto en El
Hábito como en El vuelo Olmo sacó máximo partido a la plástica visual y
corporea. También subrayar la coreografía de Israel Galván Falsa
Farruca –con el gaitero Rubén Díez- en la
que supo mantener la tensión, la sorpresa y el guiño transgresor con dosis de
agudo humor propios de Galván.
El cuerpo de baile fue quien
aportó consistencia estrictamente flamenca al espectáculo, teniendo cada
componente su protagonismo en conjuntada armonía de movimientos. El homenaje a
Manuela Vargas tuvo la chispa y el encanto de un flamenco añejo y la Suite
Flamenca resultó un interesante compendio
de cinco bailes para el lucimiento de la compañía: Ana Morales, Patricia
Guerrero, Rosana Romero, Sara Vázquez, Alejandro Rodríguez, Ángel Sánchez
Fariña y Eduardo Leal.
En el cante Inma la Carbonera y
Rubito de Pruna mantuvieron el pulso de cada intervención con profesionalidad y
detalles de flamenco para el disfrute del aficionado. Los guitarristas Oscar
Lago y Andrés Martínez como el resto de acompañantes contribuyeron a reforzar
de manera sonora el mensaje de los bailes presentados.
Con el público en pie para
despedir con sus aplausos a la compañía el final no pudo se otro que un
improvisado fin de fiesta con todo el mundo celebrando el éxito de Tranquilo
alboroto.