Caracolillo de Cádiz, Eduardo Guerrero y David Palomar colmaron de arte y público el baluarte de la Candelaria.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Cádiz / Baluarte de la Candelaria 7/8/2015 Foto: Juan Lozano
Flamenquísima velada, la que pudo paladearse anoche en el Baluarte de la Candelaria, en la tercera jornada de los Jueves Flamencos de Cádiz, ciclo que anualmente programa la Peña Flamenca Enrique el Mellizo. Tres horas de flamenco, incluidos treinta minutos de reparador descanso, mostraron al mundo cómo el buen aficionado puede salir saciado de arte en un tiempo más que razonable, sin riesgo a lastimarse el pecho con el mentón en una cabezada involuntaria entre tercio y tercio o, lo que sería más grave, al volante de su coche de regreso, a las seis de la mañana, de uno de esos interminables festivales de verano.
Y eso que algunos pronósticos no eran del todo halagüeños. “Han dao agua pa esta noche, picha”, se pudo escuchar en la fila que conducía a la lejanísima taquilla, cuando solo faltaban unos minutos para la hora anunciada del espectáculo. “Decían que no se iba a llenar, no ni na”, soltaba con regocijo otro compañero solidario en la espera, ya en el interior del recinto, con el baluarte repleto de público hasta la corcha y una demora de más de media hora en el inicio. “Es que El Barrio toca también esta noche en Cádiz, en el castillo de San Sebastián, a poco más de mil metros de aquí. Hay un atasco del quince. Si en Cai hay gente pa to”.
Tres artistas de la tierra con el firme propósito de no defraudar a sus paisanos, un público entregado desde el inicio y el levante atemperando el tan temido relente de la noche gaditana se conjugaron para ofrecernos una degustación caletera de buen cante y profesionalidad.
Empezando por Esteban Guerrero Caracolillo de Cádiz, que tiene en su palmarés numerosos premios, entre ellos, el del Concurso Nacional de Cante por Alegrías de Cádiz, Primer Premio al Cante Libre, el de Tientos de Cádiz y el de la Soleá de Alcalá. Comenzó brindando dos malagueñas del Mellizo, la chica y la doble, cantadas al piano de Sergio Monroy, al maestro Alonso Rancapino, que se encontraba entre el público, antes de obsequiar al respetable con un repertorio largo de alegrías, en las que se acordó de muchos maestros, desde Aurelio, Pericón y Manolo Vargas hasta la Perla, Mariana Cornejo y Camarón de la Isla.
Haciendo honor a su apodo y al de su abuelo, se acordó constantemente de don Manuel Ortega Juárez, sobre todo en los cantes que siguieron a continuación, y que fueron muy celebrados por el respetable, las bulerías de Cádiz y sus cuplés por bulerías:
Utrera de las mías entrañas,
donde escuchaba yo al Perrate,
la Bernarda y la Fernanda,
ole mi mare, ole mi mare,
qué despacito torea
Jose Mari Manzanares
y, rematadas por un fandango caracolero a compás de bulerías, el de “momaíta, los niños chicos cuando lloran”. Es de destacar la guitarra de Miguel Salado, que tuvo momentos de altísima calidad y flamencura. Para cerrar el círculo de la misma forma como comenzó, volvió a quedarse a solas con Sergio Monroy, y arrancaron una gran ovación con la zambra “Morita, mora”, de Quintero, León y Quiroga, que tanto éxito le dio al maestro de la calle Lumbreras.
La sorpresa más grata de la noche vino de las manos y pies del bailaor Eduardo Guerrero. Qué enorme personalidad hay en su baile, qué dominio de la escena más arrebatador. Clásico en el fondo, embriagadoramente jondo en su transmisión y muy, muy vanguardista en sus planteamientos. Calculadamente ambiguo, entre la fuerza machuna del baile gitano de los Farruco con toques de Carmen Amaya, y la elegancia más clásica de la escuela sevillana, sobre todo en el braceo y el vuelo de sus manos. Inevitables las llamadas al inconsciente del espectador, que no puede evitar las comparaciones con el baile de Israel Galván. A destacar su interpretación de la caña y el polo y las bulerías de Cádiz, en las que Guillermo y todo su grupo anduvieron sobrados de conjunción, compás, fuerza y salero. El público les premió su esfuerzo puesto en pie, con una larga ovación.
Hubo problemas con el sonido de los repetidores durante toda la noche, y nos consta que los artistas pasaron fatiguitas para oírse en el escenario, pero su profesionalidad y la de los técnicos hicieron que eso pasase desapercibido para la mayoría de los asistentes, que estaban disfrutando de lo lindo. Y quedaba el plato fuerte.
David Palomar salió al escenario en medio de una calurosa ovación, él sabe que es muy querido en su tierra. Era la presentación en Cádiz de su espectáculo Denominación de origen, el mismo del que la Web Revista La Flamenca dio cumplida cuenta por su estreno mundial durante la pasada edición del Festival de Jerez. Cantó casi los mismos temas que en aquella ocasión, con excepción de tres o cuatro a lo sumo, quizás motivado por los amenazantes relámpagos tormentosos que alumbraban a su espalda, como si de un sofisticado artificio de luces se tratara.
Fue desgranando los temas de su disco con maestría. Como siempre. Con entrega, pasión, voz, compás y sentimiento. Como siempre. Son ya cuatro las veces que un servidor ha visto a David este año en el escenario, y poco lo que puede añadir, excepto corroborar un dato: a diferencia de otros artistas, que tienen sus días buenos y sus días malos, David siempre está espectacular. Quizá porque disfruta como un niño en el escenario. O porque se rodea de los mejores profesionales, porque hay que ver esas guitarras en acción, la de Bolita y la del Cabeza, y esas palmas, esos coros, esa percusión de Roberto Jaen. Momentitos mágicos también hubo, como siempre. La seguiriya dedicada a la memoria de Mariana Cornejo, que Palomar estrenó en su homenaje celebrado hace unas semanas en el Teatro Falla; los tanguillos de la tortuga, una obra maestra del doble sentido compuesta por Javier Osuna. O las sevillanas a los grandes genios del flamenco: Caracol, Lola Flores, Carmen Amaya y Camarón, primorosamente bailadas por la gaditana Claudia Cruz, que sustituía a María Moreno, con el colofón para Paco de Lucía, que nos dejó a todos anudados a su garganta.
Ciclo: Los Jueves Flamencos, organizado por la Peña Flamenca Enrique el Mellizo – Lugar: Baluarte de la Candelaria, Cádiz. 6/8/2015
Primera parte
Cante: Esteban Guerrero Caracolillo de Cádiz.
Guitarras: Miguel Salado.
Piano: Sergio Monroy.
Palmas: Diego Montoya y Tate Núñez.
Segunda parte
Baile: Edu Guerrero y su grupo.
Tercera parte
Cante: David Palomar.
Guitarras: José Quevedo “Bolita” y Rafael Rodríguez “El Cabeza”.
Percusión: Roberto Jaén.
Palmas y coros: Anabel Rivero, Diego Montoya, Tate Núñez.
Artista invitada al baile: Claudia Cruz.