El Ballet Flamenco de Andalucía ha interpretado esta obra, uno de los espectáculos más completos que hemos visto en este ciclo flamenco jerezano.
Revista La Flamenca. Jaime Trancoso 2/3/2022 Fotos: Javier Fergo/Festival de Jerez
Cuando se han cumplido ya cien años del estreno de “El Maleficio de la Mariposa”, aquella primera obra teatral escrita en verso del granadino, que salvara La Argentinita como una mariposa blanca luciendo su baile, el Ballet Flamenco de Andalucía se ha inspirado en la obra para crear un completísimo y bellísimo espectáculo bajo la colaboración de Pedro G. Romero y la dirección artística de Úrsula López.
Para ello se basan en una agrupación musical en general dio esplendor a las coreografías y danzas que García Lorca compuso, vio o pudo ver en su vida. Están presentes los números en los que participó con La Argentina y la Argentinita, pero también bailes de Carmen Amaya o Martha Graham, así como la música jazzística que tanto disfrutó en Nueva York. Es, por tanto, una pieza actual inspirada en aquella época, volver hacia atrás para coger impulso.
Las coreografías resultaron muy originales, pero también la música, que hilvanaba desde Falla al flamenco actual. Un programa muy estructurado con nueve piezas y tres pregones. Precisamente con el pregón de las naranjas de Antonio el Divino en la voz de Vicente Gelo arrancaba el espectáculo, para dar paso a “La Cachucha” y zambras del Sacromonte muy festivas donde participaba todo el cuerpo de baile.
Uno de los momentos estelares fue la “Danza del fuego” con el baile de la joven Ana Almagro como mariposa, con un traje blanco sobre el blanco de fondo del ciclorama, como si un cuadro de Zurbarán se tratara, con la música de Manuel de Falla y recreando el baile de La Argentinita: simplemente espectacular, a lo que contribuían la multitud de efectos de los panoramas tanto abajo como arriba del ciclorama.
El pregón de las brevas de Anastasio Ruiz en la voz de Sebastián Cruz, que bajó al patio de butacas a cantarlo, también fue muy aplaudido. El último pregón era a dúo entre estos dos cantaores, Sebastián Cruz y Vicente Gelo, que han dejado huella y un hueco importante cuando en breve se marchen del Ballet, que está siempre en constante renovación.
La serenata de Palucca es más reflexiva y libre en el baile de Ana Almagro, al que se le sumó el cuerpo de baile femenino, con la percusión milimétrica de Raúl Botella. Incluso en el Corpus Christi en Sevilla de Albéniz era también una coreografía muy fantasiosa, libre, muy creativa y dinámica, con el añadido de las campanas tubulares, todo un éxtasis al que otra vez con acierto se recurría el ciclorama en blanco sobre blanco.
Tangos gitanos, farruca y garrotín con un atrezzo Picassiano que se movía y el cuerpo de baile en forma de corro con sillas traía otro color, la variedad, sobre el fondo del ciclorama en rojo. Un espectáculo de lo más variado, los temas tanto musicales como coreográficos estaban tan bien entrelazados que había discurrido ya una hora de espectáculo casi sin percatarnos.
La gitana de los pies desnudos y las alegrías de Cádiz con bata de cola y mantón fueron muy vistosas, a lo que siempre contribuía el saxofón y el piano de pared en los dedos de Pepe Fenández, utrerano como Andrés Barrios, aportando a las piezas una gran riqueza musical. Entre todos fueron capaces de transportarnos desde las piezas que Falla compuso para los ballets de Diaguilev y de las canciones compuestas por Lorca al jazz. Además de la percusión de Raúl Domínguez “Botella”, destacó la participación del percusionista Antonio Moreno. Entre los dos llevaban una cacharrería importante y los ritmos más inverosímiles, bastante complejo, muy trabajado y conseguido a la vez.
También gustó Alejandro Molinero con bata de cola, algo que puso de moda Manuel Liñán. Todas las bailaoras también con bata e incluso una mesita como percusión, que nos recordó a un espectáculo anterior, “Aquel Silverio”. Tras la conferencia de Julia Acosta, la escuchamos cantando “anda, jaleo, jaleo” también nos cantó “Anda Jaleo Jaleo” acompañada al piano de Pepe Fernández.
Pasamos a escuchar “Deep song” recordando la etapa del poeta en Nueva York, donde se empapó del jazz. Acto seguido escuchamos Café de Chinitas, que nunca habíamos escuchado con arreglos de tanta fuerza percusiva e influencia jazzística.
Casi al final por fin veíamos a la maestra Úrsula López, que hasta ahora había disfrutado del espectáculo en segunda fila. Con una bata a rayas y descalza la vimos bailando de lo más contemporáneo, para pasar después a bailar por taranto con castañuelas, acompañada por la voz de Vicente Gelo.
En definitiva, un espectáculo de lo más completo, dos horas de espectáculo, que quizás para el festival de verano granadino contaba también con invitados como El Lombo. El cante de Águeda Saavedra quizás lo hubiera obviado, aunque su baile inspirado en la mismísima Carmen Amaya, ataviada de pantalón y chaqueta de brillantes fue espectacular. ¡Bravo! Por cierto, destacar también un magnífico programa de mano especialmente editado para la 26 edición del Festival de Jerez.