En la 7º edición de los Jueves Flamenco de Cajasol. Olga nos deleita con un espectáculo “sencillo e íntimo”.
Web revista La Flamenca. José Luis Tirado. Sevilla /Sala Chicarreros/ de la Fundación Cajasol. 4/12/2015 Fotos: Pepe Montiel
En el principio fue la danza, y luego, como fiel servidor de su corriente, el cante, que dedicó la voz humana a su servicio. Olga Pericet ha manejado este jueves una manera de entender el espectáculo, que sin llegar a entrar de lleno en la performance, ha satisfecho los gustos de los aficionados más ortodoxos y a los amantes de las nuevas formas, expresadas en su propuesta inicial, en el que todos los participantes actuaban en un modelo de movimientos colectivos a la sombra de unos sonidos insólitos y conmovedores.
Ella, menuda en sus hechuras, exquisita, nacida en Córdoba y formada y licenciada en las tablas de maestros tales como Matilde Coral, Manolo Marín, Milagros Mengibar, Cristóbal Reyes, y otros muchos, fundamenta su arte en la gracia y el estilo, con tránsitos de velocidad vertiginosa y erigiéndose técnicamente en la brisa que separa el grano de la paja, el tono sutil que añade un nuevo matiz a la paleta. Con el tacón es leve, ligera, gira y flota y a veces parece estar deslizándose sobre el aire, en una levitación suave y distinguida.
Acompañan al cante de José Ángel Carmona, a quien conocemos por haber obtenido un Giraldillo al cante de acompañamiento (2012) que además dejó una demostración del toque con mandola, un instrumento similar a la mandolina, de cuatro pares de cuerdas, y de Miguel Lavis, un cantaor de Jerez de la Frontera, eco de las voces añejas de la frontera que tanto aportaron al flamenco en el pasado siglo.
Es poco usual el acompañamiento a la guitarra de una mujer, Antonia Jiménez, del Puerto de Santa María, una tocaora sensata y segura, que dejó en el comienzo de las cantiñas finales unas falsetas que fueron muy celebradas por el público.
Al baile, la pareja ideal, Juan Amaya “El Pelón”, un sevillano discípulo de Farruco, Manolo Marín o la familia Galván. Bailó por tangos, al cante y las palmas de José Angel y Miguel, acicalado con un curioso aditamento de faena, un precioso delantal blanco que nos hizo evocar los bailes de patio en los corrales. El taconeo de Juan fue un presente al auditorio.
Olga bailó unos fandangos abandolaos… con palillos, vestida de blanco y tocada de un sombrero de verdiales, cuyo compás marcaron la guitarrista y las palmas de los dos cantaores, es cierto que se echó de menos una percusión, aunque eso depende del gusto de cada artista del baile, su propio equipo rítmico.
Sonaron unas maravillosas piezas de museo brillantes, limpias; la primera de un romance del folklore andaluz en la voz femenina y la segunda unas tonás de Agujetas el viejo, para que Juan volviera a lucirse con desplantes de torero.
Bailó, vestida de negro, por siguiriya, escenificando en las tablas el drama del cante cuando duele, porque de esa manera le cantaron el palaciego y el jerezano. Tras una soleá por bulería apareció vestida de rojo, envuelta en un rico mantón de manila, sobre el que centró demasiado el baile, pero justo en los momentos en los que más valor tuvo haber estado viéndola y gozando de su arte, pues en esas cantiñas tocó cielo, inflamando las pasiones de los que habían acudido a verla. Una noche grande.
Ficha artística
Espectáculo: “De una pieza” Olga Pericet Cía. de baile. Ciclo Jueves Flamencos /Sala Chicarreros/ de la Fundación Cajasol día 3/12/2015
Baile, coreografía y dirección: Olga Pericet.
Colaboración especial al baile: Juan Amaya “El Pelón”.
Cante y mandola: José Ángel Carmona.
Cante: Miguel Lavis.
Guitarra: Antonia Jiménez.