Revista La Flamenca: Revista nº 30 /año 2009 Julio Agosto
Tras una vida entera dedicado al mundo de la moda, el diseñador Toni Benítez. nos descubre su lado más flamenco en una entrevista concedida entre naranjos y geranios en el patio de su casa sevillana. El mes pasado quiso rendir un homenaje a las mejores artistas de la copla y el flamenco con una exposición de trajes llamada "Mirando a Sevilla". Su gran amiga Manuela Vargas tuvo un lugar considerado en la memoria de esta exposición.
¿Qué le ha supuesto personalmente "Mirando a Sevilla"?
Para mí ha sido un triunfo, estoy muy contento porque yo tenía una dolencia interior. Yo esto lo hecho para mí, para quitarme esa pena que yo tenía de que a Manuela Vargas no se le había hecho nada en Sevilla, al igual que a Rocío Jurado se le ha hecho en Chipiona o a Lola Flores en Jerez...Manuela Vargas estaba ignorada totalmente siendo la primera que viajó a Nueva York creando un estilo maravilloso y propio. A la gente le ha gustado mucho la exposición.
¿Qué cree que es el flamenco?
El flamenco es un sentimiento del interior, es algo que te entra por el cuerpo cuando escuchas la guitarra, que tienes que bailarlo. No se baila lo que se aprende; se baila lo que tienes dentro. Antiguamente en los corrales de las casas de Sevilla se bailaba con un organillo que tocaba por sevillanas. La gente no sabía pero bailaba. El flamenco también es tragedia como Medea. Manuela Vargas hizo Medea y es una de las cosas más bonitas que se han hecho y se harán.
¿Qué tienen en común la moda y el flamenco?
Son dos artes. Manuela Vargas lo combinaba muy bien porque ella fue muchos años "Elegante de España". Ella iba vestida por Valenciaga o por mí y era flamenca a la vez.
¿Le ha servido Manuela Vargas de musa?
Toda mi vida. Yo me acuerdo que acompañaba a Manuela a la sala de fiestas El Guajiro donde ella tenía un pequeño camerino que daba a un corral. Manuela planchaba allí su bata de cola con almidón. Eso no se ve ahora en las bailoras o bailarinas con batas de cola. Ahora hay mucha técnica, pero no he visto a nadie bailando con una bata de cola almidonada como lo hacía Manuela Vargas.
¿Cuál fue su primer contacto con el flamenco? ¿Lo recuerda?
Sí me acuerdo. Yo no sabía porqué pero yo me iba a la Feria de Sevilla con mi hermana y la gente se preguntaban quienes éramos porque se creían que éramos artistas. A mi madre, cuando yo tenía cinco años le llamaban la atención porque yo bailaba en el colegio. Decían los niños ahí hay uno que es gitano. Yo bailaba sin saber, y no me he dedicado al baile pero si tengo tiempo algún día me voy a dedicar y entonces voy a formar escándalo.
Ahora hay mucha técnica, pero no he visto a nadie bailando con una bata de cola almidonada como lo hacía Manuela Vargas
Si usted se hubiera dedicado al flamenco, ¿hubiera sido bailaor?
Si, hubiera bailado muy parado, sintiendo lo que se está haciendo. Bailaría del estilo del Güito, sabiendo andar por el escenario y no corriendo como una máquina tragaperras. Despacio, mirando a la gente...me gusta el desplante, la postura.
¿Prefiere el flamenco de antes o el flamenco de ahora?
El flamenco de antes. Ahora hay mucha técnica. Si esa técnica se aprovecha y se hace con tranquilidad y reposo, sería maravilloso; pero correr por correr y hacer tonterías para decir que se está innovando, no. Hay unos cánones y hay que respetarlos, no quiere decir que no se le de su toque personal porque cada persona es de una manera; pero respetando unos límites. El baile de Manuela Vargas, el baile de Merche Esmeralda que además es una estupenda profesora. Manuela Vargas era más trágica en la escena, no tenía técnica y hacía lo que le daba la gana porque era un genio. Merche es un genio y además tiene mucha técnica porque esa vuelta quebrá no la hace nadie más que ella.
¿Qué color vestiría una soleá?
A mi me gustan mucho los tonos grises para el flamenco. Me gusta el amarillo para la petenera, aunque dicen que da mala suerte. Manuela Vargas lo hizo, se puso una bata amarilla para bailar una petenera en Madrid y estaba Lola Flores en el público. Cuando empezó a bailar Manuela, Lola empezó a decir ¡ay, ay, ay, que miedo! y la gente se creía que había un incendio y era porque Manuela Vargas se había puesto un traje amarillo para bailar la petenera.
¿Y una seguirilla?
La seguirilla es un palo muy gordo, hay que sentirlo mucho. Hay que ser muy buen artista para bailar bien una seguidilla. Pero hoy vale todo, en esta profesión ocurre como en la mía que parece que todo vale. En el flamenco, como en la costura, todo es lento. Es el público el que te tiene que hacer famoso, no uno mismo. Y eso es cuestión de tiempo. Tienes que convencer al público de que vales y de que vas a salir a bailar y vas a emocionar a la gente. Además no hay que creérselo nunca, cada día es una escuela distinta.
¿Cuál es el último espectáculo de flamenco que ha visto y le ha gustado?
Para mi todo el mundo que se pone en el escenario me merece un respeto porque tiene mucho valor aunque yo creo que es necesario que haya bueno críticos, que los hay, para que digan las cosas y luego los artistas reflexionen y mejoren. No se puede bailar unas alegrías, una petenera o una seguidilla con la misma compostura de cuerpo.
¿Manuela Vargas fue la mejor vestida encima del escenario?
Ahora y dentro de mil años. Tuvo muy modistos. Lina le hizo los primeros trajes y fue la número uno. No es lo mismo hacer un traje de gitana que una bata de cola. El buen modisto hace una bata de cola sabiendo que se va a bailar con esa bata. No sirve el mismo traje para todos los palos.
¿Escucha flamenco en su casa?
Sí lo escucho. A las tres o las cuatro de la tarde me pongo a bailar en mi terraza por solea, por alegría... A veces me han aplaudido sin saber que era yo. Han visto un loco bailando y ese soy yo. Soy un loco que mira a la Giralda y bailo por flamenco.
¿Cuáles son sus proyectos para el futuro?
El pasado fue maravillo. Ahora estoy tomando clases de pintura. El año que viene me gustaría tomar clases de escultura en barro y expresar todo lo que siento, la solea, la seguirilla, la petenera, los tarantos...No sé si lo conseguiré porque soy novato, pero tengo la cabeza llena de ideas. También llevo un tiempo pintando piedras y quiero escribir un libro que se llamará "Las piedras hablan". Otra idea muy importante que tengo en mi mente es hacer posible una residencia para que todos los flamencos mayores nos pudiéramos reunir allí y no morirnos solitos en las casas. Tener una librería con libros de flamenco, videos y estar allí todos juntos. Lo que ocurre es que yo solo no podría hacerlo, necesitaría ayuda porque sería maravilloso ver allí a una bailaora bailando con 90 años como pudiera. Es un sueño que yo tengo. Chorros de lágrimas de alegría caerían entre los flamencos de vernos allí.