Después de tres décadas y media, su figura sigue presente allí donde se hable de cante jondo.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. 5/9/2018
Hoy se apresuran todas las plumas a escribir sobre Antonio Mairena. Revistas especializadas, blogs, la prensa en papel, y hasta los telediarios de ámbito nacional dedicarán un espacio a recordar su figura. La excusa es una fecha, una cifra. Ya no basta con un centenario, unas bodas de oro, de plata o de acero inoxidable. El año después es de obligado recuerdo. Cuando se cumplen diez, veinticinco o cincuenta años es indiscutible. Lo del número treinta y cinco, pues bueno.
Rebusco en mis papeles, en mis archivos digitales, dónde estaba aquello sobre la fecha de su muerte. Resulta que en la Casa del Arte Flamenco de Mairena del Alcor, que es la Peña dedicada a Antonio Mairena en su pueblo, hay una cerámica de 1974 que conmemora los Cincuenta Años que el Maestro de los Alcores había dedicado al cante jondo por aquellas fechas. Fue un homenaje merecidísimo a un artista que, gravemente enfermo, no tenía siquiera derecho a la Seguridad Social. En esa misma cerámica hay una fecha: 5 de septiembre de 1909.
En el obituario que José María Ros publica en ABC el 7 de septiembre de 1983 a pie de la noticia del entierro de Antonio Mairena, sostiene que aunque Antonio siempre dijo que había nacido el 7 de septiembre, “según consta en documentos oficiales, vino al mundo dos días antes. Dicen que a Antonio el número 5 no le hacía mucho agrado, y de ahí que se pregonara el 7 como fecha de nacimiento.”
Esto implicaría que Antonio Mairena habría fallecido el mismo día en que cumplía setenta y cuatro años. Será cuestión de consultar las partidas de nacimiento y bautismo de don Antonio para aclarar esta cuestión. Pero es su fallecimiento lo que conmemoramos hoy.
Según cuenta Antonio Reina en su “Historia antropológica y evolutiva del cante de Alcalá” (Flamenco y Universidad, Vol. XXI, Sevilla, 2015), Antonio Mairena visitaba regularmente en Madrid, en el Hospital 12 de Octubre, a su cardiólogo y amigo Dr. Juan Antonio Muñoz Pacheco. Después de cada chequeo, Antonio le hacía unos cantecitos que el propio Muñoz acompañaba a la guitarra. En la primavera de 1983, la noticia es devastadora: o te operas o te mueres. El maestro le contestó que de ninguna manera quería él morir fuera de Sevilla.
Meses más tarde no pudo asistir, por recomendación facultativa a su Festival. El día dos de septiembre se celebró el Concurso de Cante Jondo, siendo los vencedores Canela de San Roque y Juana la del Revuelo, que pudieron al día siguiente subirse al escenario, atención, con este sublime cartel: Juan Peña el Lebrijano, Fosforito, Rafael el Negro, Matilde Coral, Manuel Mairena, Chano Lobato, Turronero, Nano de Jerez, Calixto Sánchez, Naranjito de Triana y Camarón de la Isla. Antonio Mairena envió un sentido mensaje excusando su ausencia.
Eso fue el sábado, el día de la Gala del Festival. Y el lunes día cinco, estando en su casa sevillana de la calle Pedro Pérez Ayala, Antonio se sintió indispuesto. Murió de un ataque al corazón horas después, sobre las siete de la tarde, en el Hospital Virgen del Rocío. La capilla ardiente se instaló al día siguiente en el Ayuntamiento de Mairena del Alcor, por donde desfiló todo el mundo del flamenco y de las instituciones. Los periódicos de aquellas fechas lo consideraban el mejor cantaor de flamenco de la historia.