El más vespertino de los festivales flamencos se celebra cada año en la localidad francesa de Nimes. Situada al sureste del país vecino, entre Marsella y Montepiler, la ciudad disfruta de una rica historia desde tiempo de los romanos, pero quienes recientemente han conquistado sus muros y calles han sido los flamencos. A una comunidad de emigrantes españoles que desde nuestra guerra civil cruzaron los Pirineos, se unen un gran número de familias gitanas que llegaron a estos lares tras la independencia de Argelia. Muchas de estas familias que provenían de provincias como Almería y Granada, han sabido conservar su identidad flamenca a través de la transmisión oral de sus vivencias, y hoy en día se las puede escuchar ambientando los trasnoches en Nimes. Fruto de esos movimientos migratorios se anunciaba para el lunes 19 de enero la actuación del cantaor Luis de Almería, que estuvo acompañado por la guitarra de Tony Hernández, la percusión de Juan Cortés, las palmas y coros de Jesús de la Manuela, Emilio Cortés y el baile de Isabel Cortés, todos ellos residentes en Marsella. De esa misma ciudad tomó parte en la velada la bailora conocida como La Rubia, que lleva varios años asentada en Jerez.
La noche del 29 de enero fue una nueva exhibición del arte que rezuma la ciudad a la que hacíamos referencia. El gurú del Barrio de Santiago, uno de los fijos de este festival, ofreció un recital con la percusión de su hijo Ané. Diego Carrasco realizó sus típicas diabluras con el compás, sin separarse de su guitarra y aliñadas con sus pataitas características. La segunda parte de la noche la completó otro jerezano, aunque ciudadano del mundo, ya que pese a su juventud recorre continuamente el orbe flamenco en grandes compañías de baile prestando sus conocimientos guitarrísticos. Nos referimos a Antonio Rey que compartió escenario con Yelsi Heredia al contrabajo, Bernardo Parrilla al violín, Isidro Suarez a la percusión, y su hermana Mara al cante. Otro gran guitarrista fue uno de los protagonistas de la noche del 21 de enero, al cual es difícil verle ofrecer un recital en solitario, pero esa es una de la características del Festival de Nimes, que apuesta por valores seguros que no suelen tener hueco en festivales españoles. El también jerezano Alfredo Lagos hizo las delicias del entendido público en compañía de José Carrasco a la percusión. Otra de las agradables sorpresas fue la presencia de la joven cantaora sevillana Alicia Gil, que con la sonanta de Lito Espinosa ofreció un recital por derecho, alejado un tanto de su trabajo discográfico "Cantaora de Bareto".
Pese al frío que siempre nos recibe en Nimes, la programación del festival iba calentando el ambiente de la ciudad, y para la noche del jueves 22 de enero el Teatro de Nimes nos recibía con sus mejores galas. Los espectáculos anteriores se habían realizado en el coqueto Teatro Odeón, pero para lo que se avecinaba se necesitaba el porte del mayor teatro nimeño, con capacidad para 800 espectadores, que en todo momento colgaría el cartel de no hay billetes. Uno de los secretos de este festival reside en la afición que tienen tanto Francoise Noel, director del teatro, como Patrick Bellito, director artístico de estas reuniones jondas, a los que asiduamente podemos ver en España en las grande citas de Sevilla y Jerez. Su gusto, y apuesta personal, hace diferenciar su festival de los españoles. Para la velada del jueves nos traían tres cantaores, cada uno consagrado en su especialidad, que rara vez compartirían cartel en España. Le tocó comenzar a un experimentado cantaor en el atrás, miembro de una de las sagas más flamencas de las 3000 sevillanas, y por ende del arte jondo. Juan José Amador, con la guitarra de Eugenio Iglesias cantó por murcianas rematadas por abandolaos cordobeses, soleares que dedicó a Pepe Linares (el alma mater del festival), fandangos como el de la Calzá que dedicó a José Valencia, alegrías y bulerías. No podemos considerar su actuación como uno de los mejores recitales que hayamos escuchado, pero su dominio del compás nos recordó su faceta de cantaor para el baile, y quizás teniendo más oportunidades adelante encontraremos un buen cantaor para años venideros, como ocurrió con Chano Lobato. Su bis por martinetes da fe de ello.
Luego llegaría el vendaval, y nunca mejor dicho con los vientos que agitaron el sur francés durante esas jornadas. El torrente de la voz de Fernando Terremoto entonando bulerías por soleá nos dejó atrapados en nuestros asientos. Su magisterio estuvo secundado por Alfredo Lagos a la guitarra, el compás de Carlos Grilo y El Lúa, sin olvidar a José Carrasco en la percusión. Ciertos problemas técnicos con los monitores no permitieron que cantara muy a su gusto, nos obstante su malagueña fue de las que hacen afición, las seguiriya hirió al publico, y cantó fandangos y bulerías sin micrófono en la boca del escenario, que arrancaron continuos olés. No podemos decir lo mismo de la actuación de José Antonio Pantoja "Chiquetete". Llevaba tiempo sin subirse a un escenario a cantar por derecho, y todavía debe hacer los deberes para ponerse al día, pero quien tuvo, retuvo, y dejo unas pinceladas de su saber flamenco por tonás, solea de Triana y fandangos, que completó con alegrías, tientos tangos y bulerías para lo que invitó al escenario al Doctor Kelly y al Chupete a que le hicieran un poquito de compás, además de Eugenio Iglesias que fue el encargado de la bajañí.
El plato fuerte del festival se sirvió el viernes 23 de enero. Un homenaje a Jose Galván, que el año pasado fuera muy aplaudido en la gala que se le tributó a Pepe Linares. El bailaor sevillano no pasará a la historia por ser un gran nombre de los escenarios flamencos, pese a su curtida carrera en los tablaos, pero si entrará con letras de oro en los anales flamencos gracias a su academia de la que han salido grandes frutos. El atrás no podía ser mejor, con las sonantas de Alfredo Lagos, Pedro Sierra, y Rafael Rodríguez, a las que se sumaron las voces de David Lagos, José Valencia y Javier Rivera, para comenzar con un soberbio número por tangos donde las tres generaciones, José, Israel y Pastora Galván, dieron muestra de que un mismo arte, en una misma familia, no está reñido ni con la modernidad, ni con la tradición, sino que todo es posible en el juego del compás. Cada uno también tendría su papel protagonista en solitario, y de este modo José Galván exhibió la faceta más ortodoxa por soleá y seguiryas, mientas que Israel hizo de las suyas por alegrías y bulerías, cuadrando el circulo, nunca mejor dicho, pues bailó sobre un pandero ajustando en todo momento los tiempos con sus pies y sus excéntricos movimiento de brazos, de los que se puede decir que ya se han incluido en el repertorio flamenco. Como muestra de esta afirmación, Pastora, que a caballo entre su padre y hermano, se está consagrando como uno de los firmes valores de este arte. Bailó por alegrías con bata de cola, e igualmente brillante fue su concepto del baile por fandangos mientras que José Valencia cantaba a capella, o la zambra que tocaba Pedro Sierra. Pero lo más emotivo fue cuando José cantó la copla "Limosna de Amores" para que su mujer, Eugenia de los Reyes, la bailara. No podemos olvidarnos del fin de fiesta, con toda la familia sobre el escenario, en la que no faltaron las pataitas del único hijo que no es bailor, Ismael, y de Jacob, nieto de José, que no sabemos si seguirá la estela de su padre, Israel, o del abuelo.
El sábado 24 de enero el festival tocaba a su fin. Primero nos citanos en el Palacio de Justicia a escuchar a José Valencia y la bajañí de Miguel Iglesias. Lo que no consigan estos franceses, y es que meter a un gitano a cantar en un Juzgado se llama afición. Pues lo dicho, cante por derecho con el de Lebrija, que no solo es un bastión en las compañías de baile, sino que cada vez con más frecuencia es reclamado en solitario. Repertorio clásico por soléa, malagueñas de la Peñaranda, Cantiñas de la Niña de los Peines y el Pinini, seguiriyas y bulerías. No faltó la toná del bis, que no una carcelera, pues en todo momento probó su buenas condiciones cantaoras. Y para despedirnos que mejor que uno de esos espectáculo del que se hablará largo y tendido en la historia cabal de este arte. "Mujeres" está cosechando importantes premios dentro y fuera de nuestras fronteras, lo cual es lógico, pues a la exquisitez de las melodías se han sumado tres bailaoras de peso como son Merche Esmeralda, Rocío Molina y Belén Maya. Igual que la noche anterior, tres conceptos generacionales diversos pero que no se estorban en ningún momento, todo lo contrario, se compenetran para dar vida a la coreografía del gran Mario Maya, que desgraciadamente nos dejó hace escasas fechas. Tampoco faltaron en la programación las actividades paralelas como exposiciones de fotos, conferencias o clases de bailes, y la actuación de la compañía Varuma Teatro con "Malgama" para los más pequeños.