DANZACALÍ
Judevelo.- Sábado 25/2/2011, 21:00 H.
Teatro Villamarta
Primer bailaor: Antonio el Pipa
Primera bailaora: Juana Amaya
Bailaor solista: Isaac Trovar
Bailaoras solistas: Macarena Ramírez, Nazaret Reyes
Cuerpo de baile: Ana Ojeda, Luz Mª de la Hera, Marta Mancera, Cynthia López, Manuel Ramírez, Antonio Vázquez, Manuel del Río, Juan C. Avecilla
Los niños: Cristian de los Reyes, Miguel Rivero
Cante: Juana la del Pipa, Felipa del Moreno, Mara Rey, Joaquín Flores
Guitarra: Juan José Alba, Fco. Javier Ibáñez
Violín: Emilio Martín
Cajón-compás: Luis de la Tota
Percusión: Curro Santos
Echó a andar la decimoquinta edición del Festival de Jerez con un espectáculo de marcado sabor local. La apertura estuvo a cargo de la compañía de Antonio el Pipa con el estreno de “Danzacalí, danzar de los gitanos”, una obra predecible, marca de la casa que satisfizo al público adepto al de Santiago que abarrotaba el Villamarta. El montaje, estructurado en cuatro escenas, supone una sucesión de imágenes y ambientes, con fuertes dosis de tipismo y estereotipos asociados a la etnia calé, que probablemente tengan más presencia en el imaginario romántico que en el contexto actual. Un lenguaje un tanto recurrente que sin embargo resultó fluido gracias a la riqueza y variedad de estilos que aportó Juan José Alba como creador de las letras y arreglos musicales.
La participación en el espectáculo de la bailaora Juana Amaya y de su mimética hija Nazaret vino a enriquecer el discurso dancístico. El martinete-seguirilla que bailó Juana al cante del Quini fue sin duda alguna uno de los momentos de mayor intensidad en todo el espectáculo. El Pipa se gustó con el cante desgarrador de su tía Juana y los tercios que le brindaron Mara Rey y Felipa del Moreno. La belleza de las figuras que compuso el bailaor y su braceo característico fueron una vez más las claves que le permitieron conectar con el público. Los bailaores solistas Isaac Tovar y Macarena Ramírez brillaron por alegrías y farruca. A pesar de su juventud estos dos intérpretes mostraron un alto nivel y gran capacidad de comunicación. Sin embargo, no se apreció la misma precisión en los números corales que incluía el espectáculo. El nutrido cuerpo de baile se movió con cierta torpeza dando la sensación de que las coreografías no estaban todo lo pulidas y fijadas que hubiese sido deseable.
En resumen, una propuesta que si bien aporta poco nuevo a la trayectoria de la compañía, constituye un producto fácilmente vendible que, con reajustes necesarios tras el estreno, veremos con toda seguridad discurrir por los principales circuitos flamencos.