Itziar Martínez González.-
Domingo 27/2/2011, 23:59 H.
Sala Compañía
Baile: Jesús Fernández
Cante: Miguel Rosendo y David Galli
Guitarra: Jesús Guerrero y Antonia Jiménez
Coreografía: Jesús Fernández
Palmas y acompañamiento al baile: Sonia Poveda y Lidia Valle
Dirección : Jesús Fernández
Puntual a la cita, decenas de personas se agolpaban a las puertas de la céntrica y curtida Sala Compañía jerezana para disfrutar del arte de Jesús Fernández, un bailaor gaditano afincado en Madrid que pasea su gracia por los tablaos más castizos. A las doce en punto comenzó el espectáculo con un silencio sepulcral en la sala una voz en off sobrecogió a los presentes con el escenario dominado por un juego de luz tenue que invitaba a la reflexión.
Tras esto la voz de Miguel Rosendo, resonante y pura comenzó entonando cantes de fragua. Al fondo del escenario la guitarra de Antonia rodeada por los dos cantaores, Miguel Rosendo y David Galli, el compás de las palmas, y patada de Sonia Poveda y Lidia Valle. Delante, Jesús Fernández sobre un taburete observando a su “conciencia” que se encuentra a la derecha. Con un fondo negro y vestuario del mismo color y gris la escena invitaba al intimismo. El joven bailaor comenzó a bailar solo y en el centro del escenario acompañado de las palmas y las ágiles manos de Antonia a la guitarra.
La noche prosiguió con la brillante interpretación de una toná en la que hizo gala de su dominio en los pasos, con mirada firme al público transmitía seguridad y a la vez angustia… la que su conciencia le provoca, el ansía de perfección que no le deja conformarse nunca. La seriedad y el dramatismo estaban servidos en el primer tercio y como colofón a esta primera parte llego la regia interpretación de una caña con la que puso fin a la etapa taciturna de la velada.
El siguiente pase de pecho sería mucho más desenfadado con unos tanguillos de Cádiz que arrancaron los “Oles” del público que pareció despertar de su letargo. Un baile con pasos muy marcados, tal vez demasiados forzados, se echó en falta algo más de flexibilidad.
Siguió por los cantes de su tierra metiéndose al público en el bolsillo con las cantiñas de Cádiz, tras estas se retiró dejando el escenario a cargo del guitarrista Jesús Guerrero, una figura joven que tiene mucho que decir en el toque flamenco. Se encerró en el centro del escenario con un solo que hizo las delicias de los presentes, para después unirse acompañando a los dos cantaores que nos ofrecieron una exhibición de su cante por malagueñas.
Para el final de la velada Jesús apareció con un traje grana sencillo para interpretar a la soberana solea, encierro del que salió airoso, logra transmitir de una manera especial con sus movimientos elegantemente estudiados y demostrando el poderío que le ha valido hacerse un hueco en el cartel del festival jerezano. Era el momento del final de fiesta, por bulería como esta mandado se despidió sobrado de compás y con mucho gusto en la interpretación del que muchos consideran el palo más complejo por su tiempo, la bulería tan querida en Jerez de la Frontera.
El público en pie despidió a todo el cuadro y a un Jesús Fernández que dejó ver todo su bagaje en las tablas de la Sala Compañía.