La Bienal de flamenco, de la mano de la bailaora Rafaela Carrasco, nos brindó ayer la oportunidad de asistir a un espectáculo preñado de momentos mágicos que aglutinó a lo más granado del baile flamenco del momento con un espectáculo que nace con la vocación de dar un sentido homenaje a la llamada Escuela Sevillana y a sus maestros, representados en las figuras de Matilde Coral Manolo Marín y José Galván.
Pero ya puestos a homenajear, era una tentación evidente extender el homenaje a otras figuras que han dejado una incuestionable huella en todos los bailaores y bailaoras que comenzaron su carrera en nuestra ciudad. Así, además de los maestros presentes en la sala, la obra se dirigió a otras figuras que, como Mario Maya o Farruco, siguen estando con nosotros en el baile de sus alumnos y alumnas. De ahí que Rafaela decidiera abrir el espectáculo con 'Tiempo' una coreografía coral de Mario Maya que ella bailó acompañada de figuras del baile de reconocida trayectoria profesional como Pilar Ortega, Marco Vargas, Ángel Atienza o Manuel Betanzos. Y para continuar acordándose del maestro apareció en escena su hija, Belén Maya, quien recordó a su padre y su mítico baile por martinete sentado que desafía los límites del compás y de la técnica con un ejercicio de contención tan solemne como hierático.
Belén nos proporcionó ese momento de placer preliminar que según el psicoanálisis de Freud solo el hecho artístico es capaz de provocar. A partir de ahí nuestros mecanismos de defensa se relajan y somos capaces de trascender la realidad. Y así nos dejamos llevar por el siguiente número, a cargo de José Galván y su hija, Pastora Galván. Esa forma de bailar la solea de José, pausada y centrada, pero contundente y rotunda, dio el testigo de la fiesta a su hija para que nos desbordara con el vértigo y el poderío del remate por bulerías. Pero todavía nos quedaban muchos momentos mágicos, como el que protagonizó acto seguido la familia Campallo acordándose de su maestro, Manolo Marín. Elegante y coqueta Adela en sus tientos, acompañada de cinco bailaores con los que mantuvo un brillante diálogo que alcanza su cenit en los momentos en los que se encuentra con su hermano, quien con sincera humildad se deja llevar por ella, hasta que ésta lo deja a solas con los tangos y los cantaores, quienes demostraron su dominio del compás, cantando sin más acompañamiento que sus palmas, para que Rafael nos regalara unos tangos de alucine que nos dejaron sin aliento. Y para continuar con la fiesta, tras un vídeo en el que Matilde le daba a Rafaela una clase sobre el braceo característico de la Escuela Sevillana, la bailaora apareció en escena con un fulgurante traje rojo de cola para brindarnos un recorrido por cantiñas que nos demostró que el artista de verdad es aquel que sabe interiorizar la técnica hasta ser capaz de olvidarla.
Y por si no hubiéramos gozado bastante, todavía pudimos empaparnos con el toque brillante y virtuoso de Rafael Rodríguez, y asistir a la aparición Merche Esmeralda, quien apostada en un viejo piano perfiló su particular homenaje a Adelita Domingo atreviéndose a cantar unas letras de garrotín que, como no podía ser de otra manera, acabó bailando para recordar a todos los presentes que, en esto del baile flamenco, la veteranía es más que un grado.
Y como de homenajear se trataba, no quedaba más remedio que acordarse de uno de los más grandes: Farruco, quien apareció en escena como por arte de birbibirloque en la figura de su nieto Farruquito. Y tuvimos el privilegio de asistir a un glorioso baile por solea que trajo a nuestra memoria el garbo y la solemnidad que derrochaba Farruco solo con pasear por el escenario. El público guardaba un silencio riguroso, casi sacro, cuando una voz invadió el patio de butacas para expresar de forma rotunda el sentir colectivo: “Ya estoy borracha, ya puedo irme”. Era Manuela Carrasco quien no solo no se fue, sino aceptó la invitación de subir al escenario para regalarnos una pataíta por bulerías que se quedará para siempre grabada en nuestra retina. Pero vayamos por partes. Antes de eso, por aquello de que todo parece poco cuando se trata de laurear a figuras tan ilustres, Rafaela nos ofreció también la oportunidad de viajar en el tiempo para situarnos ante un cuadro flamenco de esos que quitaban el hipo en los tablaos flamencos. Un ramillete de bailaoras de la talla de Manuela Ríos, Isabel López, Yolanda Heredia e Hiniesta Cortés, que dejaron bien patente con su baile la huella de la escuela sevillana.
Y así llegamos al final cuando Rafaela, con un alarde de valentía y entrega, cogió el micrófono para pedir a todos los artistas del baile que estaban presentes que subieran a escena. Y vimos dirigirse al escenario a Matilde Coral, Manolo Marín, Cristina Hoyos, Concha Vargas, Manuela Carrasco, Isabel Bayón, Javier Barón, Pepa Montes, Carmen Ledesma y Pepa Coral, hermana de Matilde, quien no pudo resistir la llamada del arte y se marcó una pataíta que dió pie a un fin de fiesta improvisado tan mágico como único. Y Concha se soltó el pelo, y Cristina afirmó su poderío, y la Montes dio rienda suelta a su elegancia, y Javier nos regaló su centro, y Carmen nos embriagó con el vaivén de sus caderas, y Pepa Coral, la última en salir al escenario, nos dejó a todos con la boca abierta con su desparpajo. Pero antes de eso Manuela, enfundada en su túnica blanca y con los pies descalzos, nos dejó electrizados y sin aliento con una patá por bulerías que condensa todo lo que el flamenco tiene de salvaje y de indómito.
Y con este final, único en la historia de la Bienal del Flamenco, culminó esta decimoséptima edición de este festival que, a pesar de haber estado visiblemente marcada por las restricciones económicas derivadas de la dichosa crisis y su gestión política, nos ha permitido impregnarnos de la magia del flamenco con muchos momentos que se quedaran para siempre en nuestros corazones, y no solo de baile, también de cante, como la soleá de El Pele, el romance del Rey Moro de Arcángel en el Alcazar, la taranta de Duquende en el homenaje a Camarón o la seguiriya de José Valencia en su solo.
Ficha artística:
Obra: Punta y Raíz. Estreno absoluto.
Lugar: Sevilla / Teatro de la Maestranza, 30 de septiembre
Dirección: Rafaela Carrasco
Baile: José Galván, Merche Esmeralda, Rafaela Carrasco, Belén Maya, Pastora Galván, Rafael Campallo, Adela Campallo, Farruquito, Manuela Ríos, Hiniesta Cortés, Isabel López, Yolanda Heredia, Pilar Ortega, Miriam Conde, Beatriz Santiago, Julia Acosta, Manuel Betanzos, Ángel Atienza, Marco Vargas, José Luis Vidal 'Lebri', Alejandro Rodríguez, Raúl Gómez, Franciso Mesa 'El Nano' y Juan Aguirre.
Cante: Miguel Ortega, Antonio Campos, Moi de Morón, Antonio Zúñiga y Hervé Palito
Guitarra :Rafael Rodríguez, Juan Antonio Suárez 'Cano', Jesús Torres, Ramón Amador y José Luis Silva 'Morito'
Percusión: Antonio Moreno 'Polito'