El Festival de Jerez nos regala momentos únicos como volver a ver a Soraya Clavijo en su tierra y ver triunfar a Rafaela Carrasco.
Revista La Flamenca. Jaime Trancoso. 27/2/2023
En el tercer día del Festival de Jerez asistimos al estreno absoluto de “Odisea” de Soraya Clavijo. Sin lugar a duda, llegar a ser una artista conlleva toda una odisea. Como nos dijo narrando Susi La Bronce en un impresionante monólogo sobre la vida de Soraya Clavijo, todo artista se debate entre la difícil encrucijada que supone el debate entre lanzarse a conseguir sus sueños frente a los deseos de la familia, a forjar y buscar su propio camino. Susi también aportó su toque en la decoración, por ejemplo, con los flexos tras los músicos.
¡Qué alegría volver a ver a una bailaora a la que nos gustaría ver y disfrutar sobre los escenarios más asiduamente! A pesar de haber recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Flamenco por Bulerías Carmen Amaya (Córdoba, 2004), Soraya quizás se ha sentido más cómoda en los tablaos sevillanos e impartiendo clases en esta última década.
Precisamente traía su elenco de los tablaos de la capital andaluza: Niño de Gines, con más de diez años transmitiendo en los tablaos, o Paco Vega a la percusión. Mientras, el violín de Bernardo Parrilla aportó variedad tímbrica al dúo de guitarra formado por José Luis y Luis Medina. Al elenco se le fueron sumando metales de mucho peso, como José Méndez, un asiduo de Los Gallos y la Peña Torres Macarena, así como Angelita Montoya.
Todos ellos contribuyeron a que Soraya Clavijo arrancara los oles más sentidos del respetable en una soleá por bulería muy aplaudida. Todo el público terminó en pie, con la bailaora totalmente emocionada y desfondada, unidos en un aplauso de lo más sincero. Es verdad que hoy día hay más virtuosismo en las nuevas generaciones, pero no se ve bailar tan bien como Soraya, quien lo dio todo sobre el escenario de forma muy atrevida. En un baúl metía y guardaba no solo el vestuario sino sus emociones, lucha y dedicación a través del movimiento, con mantón, vestidos y faldas. ¡Magnífico!
Rafaela Carrasco presentó “Nocturna, arquitectura del insomnio”, quizás el mejor espectáculo de la última Bienal de Sevilla. Son varios los músicos que han intentado aflamencar a Johann Sebastian Bach, pero pocos bailaores se han atrevido a bailarlo tal cual, sin más.
Ya que la dramaturgia trataba sobre lo onírico, la vigilia, el mundo del sueño y la oscuridad, la dirección musical y composiciones, a cargo de Pablo Martín Jones, el pianista Pablo Suárez y el guitarrista Jesús Torres, acertaron de pleno al elegir las “Variaciones Goldberg” del maestro alemán. La dirección musical y las composiciones estuvieron muy cuidadas, general, una selección musical de lo más acertada.
La pieza se divide en tres actos y subdivide en numerosas escenas, pero todas ellas hilvanadas con una gran solución de continuidad. Como ya pasaba en su anterior espectáculo, “Ariadna (Al hilo del mito)”, la producción le saca mucho provecho a la escenografía e iluminación. Por ejemplo, el juego de luces y sombras que consiguen con una simple gasa al comienzo del espectáculo, con Gema Caballero cantando tras la misma y Rafaela Carrasco en boca.
Rafaela Carrasco goza de una madurez tan ejemplar que se caracteriza por la sencillez, por el respeto a los maestros y, además, por ser muy generosa con su cuerpo de baile caracterizado por una gran limpieza no solo en las coreografías grupales sino integrándolas y dándole también a cada una su propio número. El cuerpo de baile de ocho chicas (Carmen Angulo, Carmen Coy, Alejandra Gudí, María Carrasco, Julia Gimeno, Cristina Soler, Blanca Lorente y Magdalena Mannion), con unos trajes blancos preciosos, bailando flamenco sobre la música de Bach, fue simplemente estelar, mientras que algunas coreografías desencadenaban en la música contemporánea.
Otras estampas y vestuario, sin embargo, nos llevaban al surrealismo de Dalí. Así, escuchábamos las fugas de Bach a dúo de guitarra, en todo un trabajo de recreación e investigación musical. Cuando se echaba en falta escuchar algún tema flamenco aparecieron grabaciones de voces flamencas en off. También se sucedían voces en off de la actriz Aitana Sánchez-Gijón.
Tras las primeras coreografías grupales se fueron sucediendo números individuales, hasta coincidir en un zapateado cuyos pies sonaban en eco, bañado por otro vestuario espectacular de Belén de la Quitana, en el que se combinaban trajes rojos, negros y blancos en una estampa sobre el fondo brillante y lumínico del aluminio.
El metrónomo nos llevaba a la voz en off de nuevo de Aitana Sánchez-Gijón. Sobre un dúo de voces polifónicas femeninas cantaba flamenco Gema Caballero, con el metrónomo y percusión, que se llevó un gran aplauso del respetable. Más y más coreografías grupales, unas veces con abanicos y otras con castañuelas. A la hora de comenzar el espectáculo volvíamos a escuchar las Goldberg. Todos los números se sucedían muy bien hilvanados, con mucha naturalidad.
Por las coreografías, el vestuario, la música, la iluminación, la frescura y actualidad de la pieza, podemos asegurar que el espectáculo aspira y compite por el Premio de la Crítica. La duración justa, sin varios finales, ¡así da gusto! También hay un paso atrevido de pasar de un cuerpo de baile de cuatro bailaores en la anterior pieza de “Ariadna” a este formato en el que se dobla el cuerpo de baile. A pesar de que el formato sea más grande, el viajar sin músicos (solo con una cantaora) es otro atractivo para su distribución. ¡Un espectáculo brillante! ¡Enhorabuena!