Luis el Zambo, Felipe Scapachini, Macarena de Jerez y Edu Guerrero dejaron un magnífico recuerdo en los Jueves Flamencos de Cádiz.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. 29/7/2016. Fotos: Inma Rodríguez
Otra noche grande en Cádiz, y van dos de dos. La Tacita de Plata se reivindicó ayer como madre de lo jondo y capital mundial del flamenco, aunque solo sea por un día. Y es que tiene mérito cubrir sobradamente los tres cuartos de entrada de todo un baluarte de la Candelaria con una oferta seria y clásica, mientras apenas a trescientos metros cantan, entrada libre, David Palomar y Carmen de la Jara en la verbena de las Regata de Grandes Veleros, que se celebra estos días en el muelle.
Ni siquiera la alcaldesa de París, la cañaílla Anne Hidalgo, quiso perdérselo, y acudió con su marido, el diputado de la Asamblea Nacional francesa, y gran pianista aficionado, Jean-Marc Germain, acompañados por la directora del Instituto Andaluz del Flamenco, María Ángeles Carrasco. Por no faltar, no faltó ni Juani de la Algaba, a quien le dedicaron una seguiriya.
Cuatro generaciones de artistas se habían dado cita para hacerle un chequeo a la salud de lo jondo, no solo de los intérpretes sino también, y mucho más importante, del respetable público. Unos y otros se fueron contentos, apretando una tirita en su antebrazo y portando satisfechos su radiografía: “aquí vamo a da mucha guerra toavía”.
Comenzó la jerezana Macarena de Jerez (n. 1976) por tientos de Enrique el Mellizo con sus correspondientes tangos, donde se movió con gusto por los aires extremeños. Anduvo menos segura en la granaína y pudo templarse en la malagueña doble para lanzarse al vacío de los cantes de Juan Breva de manera espectacular. Mas fue en las bulerías y cuplés donde apretó los dientes y salió la gran artista que es, adueñándose del escenario y de las miradas del respetable. Festera como la que más, abrocha cada copla desatando un potro salvaje de rizada melena negra, y unas manos gitanas que uno no puede evitar comparar con aquella faraona en la que estáis pensando.
La guitarra de Miguel Salado, inconmensurable, qué buenos guitarristas tenemos en la actualidad, gracias a Dios. Qué pulsación, qué sonido tan flamenco le arranca Miguel a su fiel compañera. Ello y el compás del marido de la cantaora, Manuel Vinaza, de Diego Montoya y de Tate Núñez, hicieron el resto.
Los dos últimos estuvieron presentes toda la noche, pues se han convertido en imprescindibles del compás gaditano. Y Miguel llevó nuevamente el armazón del ritmo jerezano a la actuación de Luis el Zambo (n. 1949), que está estupendo de compás, eso no hay ni que mentarlo, y de facultades. No se salió de lo suyo, ni falta que le hace: bulerías por soleá de Antonio la Peña, soleares de su casa, la de los Rincones, Juañares, Curra Monje, María Bala, Sordera. Vaya casa, como para darles de comer a todos. Por seguiriyas se acordó del Hospitalito de Cai, a mano derecha y cerró con otra cabal de la familia, la del Comparito Cuco, de Juanichi el Manijero. Quizá le faltó algo de generosidad en la tanda de bulerías, donde anduvo algo sobrado y con ganas de terminar.
Antes que él vinieron la juventud y la veteranía. Juventud cuajada de experiencia, la de Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983) bailaor que acumula todos los reconocimientos posibles. No es un baile clásico el de Edu, pero sí de una expresividad artística notable y una técnica impresionante. Muy efectista y gran dominador de la puesta en escena, Eduardo supo ganarse al público desde el primer instante, poniéndolo en pie en varias ocasiones. Lo mejor, la ronda de cuplés por bulerías a cargo de sus cantaoras: May Fernández, Anabel Rivera y Samara Montañez, que supieron sacar toda la sensualidad del joven bailaor, que hizo subir varios grados la temperatura del baluarte.
El que sí que entregó la cuchara y hasta el penúltimo aliento de sus adentros fue el veterano de la noche, Felipe Scapachini (n. Cádiz, 1945). No le queda aire, pero suple sus carencias sobradamente con sabiduría, entrega y barcos enteros de arte, de eso anda estupendamente. También supo conectar con los de abajo (de los pocos públicos que saben escuchar con la boca llena) y, entre él, y los espeluznantes bordones de Adriano Lozano, magnífico guitarrista de la Isla de León, supieron sacar los cantes de Cádiz más rancios a buen puerto, y a compás. Qué difícil, y qué mérito tiene acompañar a estos maestros senior, tú sabes…
Ficha artística:
Ciclo: Los Jueves Flamencos 2016. Baluarte de la Candelaria, Cádiz 28/7/2016
Cante: Macarena de Jerez, Felipe Scapachini y Luis el Zambo
Baile: Edu Guerrero y su grupo
Guitarras: Miguel Salado y Adriano Lozano
Palmas: Tate Núñez, Diego Montoya y Manuel Vinaza “Taxi”