Último adiós a José Menese: La noticia de la muerte del cantaor golpea de nuevo al mundo del flamenco.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. 30/7/2016
Se nos ha ido como del rayo, como hubiera dicho Miguel Hernández, uno de sus poetas. El cantaor José Menese falleció anoche en su casa de La Puebla de Cazalla, Sevilla. El reputado crítico e investigador Manuel Bohórquez fue el primero en informar pasada la medianoche, y la mala nueva corrió como la pólvora por las redes sociales, rebanando una vez más nuestra alegría. Como del rayo, así de deprisa.
Una vez más, porque son ya cuatro los grandísimos maestros que se nos han ido en este maldito verano, que empezó llorándole a la Juana, la del Revuelo, y tomó carrerilla con los dos Juanes, el Habichuela y el Lebrijano. José era la mayor joya que nos quedaba hasta ahora. Pertenecía a una generación irrepetible que por algún designio escondido se está marchando antes de tiempo.
Se llamaba José Meneses Scott, y era tan flamenco y tan andaluz que se quitó la ese final de su apellido artístico, como hiciera también con dicha consonante el maestro gaditano Aurelio Sellé. Había nacido en La Puebla de Cazalla, la tierra del poeta Francisco Moreno Galván, cuyas letras popularizó José elevando a su tierra a la máxima categoría entre las cunas del arte jondo.
Fue un revolucionario en todos los sentidos, en lo político, en lo humano y en lo artístico. Todos tenemos en mente su imagen varonil de juventud, la camisa blanca de sus reivindicaciones antifranquistas. Su desparpajo altanero marcándole al maestro Diego del Gastor dónde ponerle la sonanta, “por ahí mismo”, da igual el seis que el uno, por en medio o por arriba, mientras atacaba los mejores tientos filmados de la historia:
Señor, que vas a caballo,
y no das ni los buenos días,
si el caballo cojeara
otro gallo cantaría.
Fue un cantaor largo, casi enciclopédico, con varias decenas de discos a sus espaldas. Y dicen sus amigos, que son amigos míos, que de una categoría humana sin parangón. José Menese había nacido en La Puebla de Cazalla el 3 de diciembre 1942. Tenía setenta y tres años. Descansa en paz, maestro querido.