Flamenco en Lavapiés (El Flamenco Vive, 2005)
Si hay una manera inteligente y fiel de grabar el flamenco, esa es el directo. El estudio de grabación imprime a este arte tanta frialdad y tan poco ángel, que obliga a enmascarar con pitos y flautas los cantes de quienes -en la soledad de su voz y la sonanta- no son nada. En su segunda grabación, Alejandro Segovia, "Canela de San Roque" (San Roque, 1948) se muestra sobrado de facultades para afrontar un directo donde, por la desnudez de las tomas y la dificultad que entraña la imitación del recinto acústico donde se hacen, se limitan considerablemente las posibilidades de reparación y arreglo en la postproducción. No busque la trampa, porque no la hay. De este modo -a pesar de la poca destreza del guitarrista Curro de Jerez-, se pasea Canela "Como Pedro por su casa" en sendos cuerpos por soleá; donde acomete los estilos de la Andonda, Machango y los propios de Alcalá y Cádiz con una sobriedad excelsa. En el ecuador de la obra, los fandangos sirven de supuesto relax y de antesala para la malagueña del Mellizo donde, se muestra tan lúcido y controlador que, igual le fuera en el caso de ser un cante triple. De la misma manera, pasan por el dulce de su garganta la soleá por bulería de corte jerezano y los cantes por seguiriya de Paco La Luz, El Viejo la Isla y Perico Frascola. Y para la firma, una doble ración por bulerías cierra el mejor disco de flamenco del año que se fue. En este punto, volvemos a hacernos la misma pregunta: ¿Por qué este tipo de artistas están condenados a pasar por la historia del flamenco sin el reconocimiento del gran público?.