Cuando diciembre de 1997 nos dejó Antonio Montoya "Farruco", lo hizo con la satisfacción de haber dejado un legado artístico con sello propio, que pronto se extendió a sus últimos descendientes. Si levantara la cabeza, juzgados a parte, se volvería loco al ver a sus hijas y nietos triunfando por los escenarios del mundo. Este descendiente de Ramón Montoya, que no supo ni leer ni escribir, tomó los mandos de su último proyecto: un film grabado en el Teatro Central de Sevilla en 1996, con el protagonismo de su nieto "Farruquito". En torno a éste gira una trama opuesta a la archirepetida "Bodas de Sangre". Entendía "Farruco" que había casado a sus cinco hijas sin navajas de por medio y esta es la prueba de su convencimiento: "Fueron cinco bodas de gloria".
Con un elenco casi totalmente gitano, en el que destacan Juana la del Revuelo y Juanito Villar en el cante, Pedro Sierra y Ramón Amador a la guitarra y el baile de Juan de los Reyes, "Farruquito", sus hijas "La Farruca" y "La Faraona", a más del propio "Farruco", se desarrolla una historia en la que dos gitanos compiten por una mujer. Lo que no es creíble, es que el perdedor se conforme con su derrota, asistiendo la mar de contento al enlace final. Tampoco es lógico que la novia, ya mocita, le saque dos cuartas a "Farruquito". Sin contar que Juan de los Reyes, el contrincante, tenga en la realidad unos lustros más. Algo surrealista, solo entendible en la mente de quien concibió el espectáculo. "Farruco" lo explica, apostillando que el se casó por primera vez con 14 años (con Pastora Amaya).
No obstante, estos desarreglos se olvidan al fijarnos detalladamente en el baile, de una pureza extrema. Racialidad, fuerza, sentido del equilibrio entre lo académico y la personalidad de cada artista, son lo más resaltable de esta obra. Al fin y al cabo, eso es el baile flamenco. De entre las doce escenas, destacan las alegrías y el taranto, piezas donde el de la Gineta borda el cante, además de un duelo por seguiriyas por el que se decide quien se queda a la gitanita. También son relevantes los tangos en el que la familia del perdedor acepta al novio, y el romance por soleá de Juana la del Revuelo.
Las falsetas de guitarra son de Pedro Sierra; en su mayoría, y en las letras destaca Carlos Lencero. La coreografía corre por cuenta del propio "Farruco" con su hija Rosario "La Farruca", y la dirección de Ricardo de Frutos, Ricardo Pachón y Manuel Palacios. En lo concerniente a la escenografía, la decoración resulta demasiado estridente por su poca naturalidad, mal que resalta cuando aparecen en los entreactos las interesantes imágenes reales de la familia en un día de campo. De todo, lo más impresionante son las escenas en las que el abuelo "Farruco" aconseja a su nieto, asegurándole que con esa edad "no ha bailao nadie así", otorgándole el titulo de "capitán de los capitanes".