Web Revista La Flamenca: Ricardo Rodriguez Cosano 26/11/2012
Siempre es agradable que nos visite un buen amigo. Sin embargo, el gesto es insuperable, cuando nos visita un amigo, buen aficionado al Cante Flamenco, que nos trae unas grabaciones, cuyo origen divulgativo nos era desconocido. Este es el caso de Antonio Fernández, que nos puso en las manos la siguiente grabación: “Niño de la Huerta Obra completa en 78 rpm. Calé Records”.
Tal grabación, cuyos textos son firmados por Miguel Castillo Guerrero, fue impulsada por los miembros de la junta directiva de la Peña Flamenca “El Laurel “ de Lora del Río (Sevilla), que celebraban el 25 Aniversario de la inauguración de dicha peña, que, precisamente, coincidía con el Centenario del nacimiento de Francisco Montoya Egea “El Niño de la Huerta”.
De inmediato, nos pusimos a escuchar el contenido de los 4 CD´S, cuyos cantes interpretara “El Niño de la Huerta”. He aquí, los cantes grabados, dentro de los 80 títulos, que corresponden a los cuatro volúmenes:
Fandangos 34-Fandanguillos 13-Milongas 6-Medias Granainas 5-Guajiras 5-Soleares 4-Malagueñas 3-Tarantas 2-Seguiriyas, Cantiñas (Rom. Loreña) 2 - Caracoles 1-Vidalita 1- Granaína 1 -Colombiana 1-80
Fandangos y fandanguillos 47-Cante jondo Soleares 4-Seguiriyas 2-Malagueñas 3-9
Cantes de Granada y Levante Granaínas 1-M. Gran 5-Tarantas 2-8
Cantes de Ida y Vuelta Milongas 6-Guajiras 5-Vidalita 1-Colombiana 1-13
Hay que tener en cuenta que los títulos, registrados como cantiñas, se refieren a la “Romería loreña”, que le dio mucha popularidad al cantaor de Lora del Río, al que se le consideró como una figura del Cante Flamenco en la época, que le tocó vivir. De este cante hay varias versiones, que el público pedía en todas las actuaciones del cantaor loreño, para, en uno de los pasajes, decir con sentimiento:
La Patrona de mi tierra,
que venera el pueblo entero,
tiene su ermita en la sierra
entre tomillo y romero.
Al escuchar los cantes del Niño de la Huerta, de inmediato, nos da la sensación de que estamos ubicados en otra época del Cante Flamenco. El cantaor loreño marca los bajos del cante a su manera, apoyándose en juegos de garganta, del gusto de muchos aficionados de aquel tiempo. También, Curro Montoya domina con facilidad los cantes y estilos, que interpreta, poniendo sentimiento e identificándose con los textos de los mismos.
En cuanto a los guitarristas, El Niño de la Huerta fue acompañado a la guitarra, en diferentes grabaciones, por El Niño Ricardo, Manolo de Badajoz, Antonio Serrano y Juanito el Chufa.
Del folleto explicativo de la referida obra, entresacamos lo siguiente sobre el cantaor loreño: “El Niño de la Huerta nació en Lora del Río en 1907. Lora, pueblo de la Vega Alta, a unos 57 kilómetros de Sevilla…”
“Y va a ser en esta Lora que describimos, cuando el 6 de Agosto de 1907 nazca en la calle Morerías, actual Tetuán, Francisco Montoya Egea, el futuro Niño de la Huerta, siendo hijo y nieto de familias loreñas antiguas y, por ello, apegadas a las más antiguas tradiciones del pueblo.”
“Andando el tiempo, el padre de Curro pudo comprarse su propia huerta, situada igualmente en las faldas de la Sierra, junto a los arroyos Churre y Gómez, por la carretera de Constantina. Fue la primera huerta donde trabajó el joven Curro Montoya y según oímos a algunos testigos, allí comenzó a hacer sus primeros “pinitos” en el cante y a adquirir fama de buen cantaor entre sus vecinos, quienes, debido al carácter tímido del joven artista, tenían que esconderse por la huerta para lograr escucharle cantar mientras éste hacía sus faenas agrícolas. En esta época, el joven Curro, debido a su timidez, algo que nunca llegó a perder por completo, rehuía cantar en presencia de la gente. Cuentan aquellos que lo conocieron joven que fue un día en el campo en que Curro, con unos once años de edad, oyendo cantar a los gañanes mientras éstos hacían su labrantío, cuando aquellos sonidos flamencos ganaron su interés hasta tal punto que a partir de entonces todas sus labores las realizaba tarareando las nuevas melodías. Poco a poco, su dulce voz empezó a adquirir fama por aquellos contornos y, venciendo esta enorme timidez, a asistir a algunas fiestas familiares, donde a instancia de los presentes, Curro terminaba cantando y dejando admirados a sus convecinos. Precisamente, como sabemos, el sobrenombre artístico elegido por el cantaor, Niño de la Huerta, hace referencia al trabajo de Curro en esta huerta en su edad juvenil”.
“¿A qué artistas admiraba Curro? Evidentemente, la figura de don Antonio Chacón tuvo un gran predicamento en los primeros años del joven cantaor. Los aportes artísticos de Paco el Americano también dejaron huella en él. Junto a estos habría que citar al gran Manuel Torre, Manuel Vallejo, Llave de Oro del Cante en 1926, Niña de los Peines , la más completa y destacada cantaora de la época, Pepe Pinto, quien gozaba de gran popularidad y coincidió con El Niño de la Huerta en diversos espectáculos y Pepe Marchena, una de las figuras más discutidas del siglo XX, fue un gran conocedor del cante y recreador de todos los palos que cantaba, teniendo gran influencia en numerosos artistas y poniendo de moda los llamados “cantes de Ida y Vuelta”, considerándose el creador de la colombiana flamenca”.
El Niño de la Huerta vivió, sus últimos años, en Lora del Río, y el 9 de Septiembre de 1964, murió en Sevilla, desde donde sus restos mortales fueron trasladados a su pueblo natal, para recibir cristiana sepultura.
Al final de los años de la década de 1940, presencié dos espectáculos de la llamada “Opera flamenca”, siendo niño, donde participó El Niño de la Huerta; uno, en Casariche (Sevilla), mi pueblo natal, y otro, en Humilladero (Málaga), el pueblo de mi padre, donde un tío mío era el empresario del cine-teatro local. Recuerdo que el cantaor loreño iba acompañado de un hermano suyo, que también cantó.