
Es cierto que asistimos a un alarmante desuso de prendas tan emblemáticas en el baile de mujer como la bata de cola. Hay incluso quienes, auguran su definitiva desaparición. Pero mientras existan maestras como Milagros Mengíbar y alumnas como Luisa Palicio no hay que temer. Porque, para esta malagueña de 22 abriles -nació un 20 de abril-, la bata de cola es "el complemento primordial en el baile de mujer". Es más, "Yo no concibo el baile de mujer sin una bata de cola" dice, "Me pongo a bailar sin bata y parece que voy desnuda, me siento que me falta algo". Y no solo eso. La mueve con una soltura y un conocimiento técnico que es como si formase parte de su propio cuerpo.
Luisa Palicio Martín nace en Estepona, en 1984. No tiene antecedentes flamencos, pero tiene el gusanillo del baile en las entrañas: De pequeñita, mi madre me veía que escuchaba la radio y me ponía a bailar como una loca y ya con cuatro años me apuntó a la clase de baile. Con15, empezó a recibir lecciones de Milagros. Desde que la vio en un vídeo, ha sentido por ella lo que define como "una fijación". Empezó a viajar a Sevilla los fines de semana. Al terminar bachillerato, se vino definitivamente aquí y aquí sigue, en la Fundación Cristina Heeren. "Mi espejo es Milagros, porque es la representante de la Escuela sevillana y yo me fijo en ese tipo de baile".
Tras sus primeros pinitos en peñas y fiesterillas, actuó en el Festival de Estepona y en el Teatro Cervantes de Málaga. Tenía 13 años y "a raíz de aquello, ya empecé a hacer cosas más importantes". En 2001, se alzó con el premio del concurso "Perla de Cádiz". En 2004, no tuvo fortuna en Córdoba. Siguió dándose a conocer en escenarios más prestigiosos: Torremolinos, Ávila, Cáceres... En 2005 su nombre empieza a sonar en acontecimientos como Málaga en Flamenco, con "A mi tierra", junto a Calixto Sánchez, con quien se presenta en Sevilla. La prensa lo contó así (Manuel Martín, El Mundo, 28-I-2006): Luisa Palicio reclamó nuestra atención con una soleá impulsada desde el oficio magisterial de Juan Reina pero coloreada desde la paleta de la escuela sevillana y, más concretamente, con los pinceles de Milagros Mengíbar, dibujando con sus brazos genialidades imposibles de describir y jugando a su antojo con los giros, la cintura y el manejo de la bata de cola
A sus veintipocos años es toda una realidad. Vive apasionadamente el baile y combina a la perfección sabiduría y frescura, conocimiento y garbo, empaque y picardía, brío y elegancia, dinamismo y plasticidad. Tiene esa chispa y ese sello carismático que sólo contados bailaores poseen. Un magnetismo personal que atrapa y seduce al espectador.
La vimos hace unos días en el homenaje a su maestra y la volveremos a ver en la Bienal. Pasos que la van llevando donde ella quiere llegar: "Mi aspiración es ser conocida dentro de este mundo y de seguir el camino que llevo de ir sola, de bailar y de que se me conozca por mi nombre"
Texto: José Luis Navarro