José Menese acompañado a la guitarra por Antonio Carrión fueron los encargados de abrir el viernes 25 de marzo el ciclo Flamenco Viene del Sur en Córdoba, en el Gran Teatro; recital incluido en la programación de Cosmopoética. Las primeras palabras de Menese en el escenario fueron para recordar lo que siginificó en 1965 para su incipiente carrera obtener el premio Tomás El Nitri del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, cantando por seguiriyas y tonás.
La presentación fue por tonás, para dar marchamo flamenco al poema de Luis de Góngora Amarrado a un duro banco. Le servió este comienzo poético y en el armazón de las tonás para ir asentando la voz, medir fuerzas y caldear su natural eco. Menese continúa siendo ese cantaor de pose hierática, de actitud solemne en el momento de afrontar cada palo; así lo fue corroborando a lo largo de su recital. En su segundo cante por tarantos tuvo que cincelar la voz en tonos dificultosos que resolvió con profesionalidad, aunque se hecho en falta mayor fluidez para redondear la melodía de los estilos interpretados. Aquejado de las molestias producidas a causa de su última intervención quirúrgica –ruptura del húmero- Menese tuvo el arrojo suficiente para superar adversidades físicas y mostrarse como cantaor de referencia exponiendo cantes que le han identificado a lo largo de su carrera, como las marianas. Preciso y resuelto se mostró el de La Puebla en este estilo para continuar con sobriedad estilística haciendo la farruca. En el cante por peteneras pudo flexionar la voz acertadamente para incidir en los registros más comprometidos, los de tonos bajos. Tras las tres peteneras, la mal denominada chica, la atribuida a la Rubia de Málaga y la de Pastora Pavón, el cantaor se dio un respiro y el protagonismo recayó sobre el guitarrista Antonio Carrión, que con un solo por bulerías le bastó para encandilar al público. Dedicó Carrión su bulería a Quique Paredes que se encontraba presente en el teatro, siendo los primeros sones las bulerías Ciprés que grabó Paredes en su disco De maera. Con vigoroso pulgar y fuerza en la ejecución se sucedieron falsetas de Melchor de Marchena, Niño Ricardo, Diego del Gastor… componiendo un puzle de evocador y añejo sonido flamenco.
Tras el torrente bulearero de Carrión volvió Menese al escenario para rematar su actuación con dos cantes que le son innatos y que sirven para calibrar su valía artística: soleá y seguiriyas. Amplio repertorio de variantes se sucedieron en los dos palos, con el equilibrio deseado y la temperatura expresiva adecuada. El cantaor, aunque visiblemente fastidiado por las molestias físicas, se sobrepuso a cualquier traba que le pudiera impedir centrarse en estos cantes señeros. Demostró que aún posee el suficiente fuelle y capacidad para proyectar con personalidad estilos clásicos, que aunque tamizados en la escuela mairenera son pigmentados en su personal metal y actitud cantaora. Buen remate para un recital en el que Carrión estuvo atento para aportar al cantaor el sonido requerido, con falsetas traidas en correctas transciones con el cante. Un recital en que el público que llenó el Gran Teatro estuvo atento, sabiendo jalear a los dos artistas de manera puntual, mostrando cariño y respeto.