El que es Premio Nacional de Flamenco a la Enseñanza deja por escrito una singular clase teórica, gracias a la vida del protagonista de la historia, el bailaor Joselito.
Web revista La Flamenca. Adelina Uribe. 31/8/2018
“A dar pasos de baile te puede enseñar cualquiera en una gasolinera”. Con esta frase José Rasero explica, habitualmente, a sus alumnas (haciendo alarde de su humor andaluz) que aprender a bailar no es simplemente unir pasos, la coordinación o el compás. Bailar es mucho más complejo que todo eso, es pertenecer a un círculo, con perdón, muy exclusivo, al cual tienen acceso algunos privilegiados: unos pocos, por su talento innato; otros, por trabajo, implicación, pasión y amor.
Digo esto, porque espero que aquel que lea el libro “Sueños” del maestro José Rasero, debe tener muy claro que no es la obra de un escritor. Yo diría que se trata de una clase de flamenco pura y dura. En él se encierra una gran acumulación de contenido con una sencillez relativa. Si se tratara de una imagen cinematográfica, puede que se resumiera en: un bailaor poniéndose las botas antes del TODO. Símbolo de la trayectoria de un artista que no cuelga las botas de sus memorias.
Aunque Rasero asegura que toda esta historia forma parte de la ficción y es únicamente su imaginación la que entra en juego, no cabe duda de que cada momento de la narración está impregnado meticulosamente de una bella cronología real del flamenco y la tauromaquia. Y por ende, de Sevilla y de Triana.
Todo amante del flamenco que se adentre en “Sueños” debe coger papel y lápiz y estar dispuesto a tomar apuntes, pues atenderá a una amplia y completa clase de flamenco: de baile, cante, guitarra, palmas, castañuelas, estilos, compases, palos, historia, indumentaria, jerga, café cantantes, tablaos, fiestas, teatros, cosas de Silverio, concursos y un largo etcétera. Cabe destacar que el hecho de que todo esto quede por escrito es muy importante, pues de lo contrario o se perdería; o iría deformándose con el tiempo y el boca a boca. Gracias a libros como este quedará plasmado el origen, el sacrificio que hicieron muchos de los más grandes artistas (en especial las mujeres) para poder dedicarse a su pasión, y dejarnos este rico legado. De este modo, quedará constancia y, por lo tanto, no habrá posibilidad de desvirtuar las cosas del arte flamenco, que para deformar el aprendizaje, ya están por ejemplo, las gasolineras