Teatro Las Lagunas, de Mijas (Málaga) 4/3/2011
Francisco Reina
Probablemente, recordarán aquella campaña publicitaria que, en los noventa, acuñó el término JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparado). Pues bien, me parece oportuno traerlo a colación porque les va que ni pintado al elenco de artistas flamencos que pisó las tablas del teatro de Las Lagunas de la localidad malagueña de Mijas el 4 de marzo. Bajo el título ‘La mujer y el flamenco’, tres flamencas acaparaban el cartel anunciador: Evelyn Bravo, al baile; y Laura Román e Isaire, al cante, sin olvidar, por supuesto, al grupo Alma Flamenca.
Cautivaron al público asistente -que se dio cita pese a la inclemente lluvia-, desde el primer minuto. Laura Román, vestida de negro y con mantón, abrió con solvencia por tonás. Se está convirtiendo en tradición inveterada comenzar los espectáculos flamencos con este palo raíz del cante jondo. Pero, como la vida misma, la pena da paso a la alegría, esto es, a las bulerías, que interpretó la cantaora malagueña con el cuadro flamenco que componían José Antonio Murciano y Verónica Casas, a las palmas; Paco Rodríguez, al cajón; y Diego Morilla, a la guitarra. Román ofrece una larga tanda de bulerías con sumo arte y salero. Baila y canta con mucho donaire.
Llega el turno de otra joven flamenca, Evelyn Bravo, que nos deleita con una farruca –Faíco la creó y Manolete la recrea en sus actuaciones-. Bella estampa la que compone. El grupo Alma Flamenca, al que se incorporan el cantaor Rafael de Lola y el guitarrista Matt McGurk (sí, han leído bien, es inglés de Liverpool), la secundan de forma impecable. Acto seguido, Eva Sedeño baila con mucho gusto y finura por alegrías. Isaire, con voz cristalina, toma el relevo de Rafael de Lola al cante para interpretar una bella canción aflamencada, tientos-tangos con mucho sabor y alegrías. Se despide con el gran clásico de Serrat (‘Mediterráneo’) por bulerías, que también suele interpretar en sus recitales Virginia Gámez.
Si es frecuente comenzar los espectáculos flamencos por tonás, no lo es menos rematarlos por el palo festero por excelencia. Fin de fiesta por bulerías, con el cuadro al completo. Tras una hora y veinte minutos, alguien entre el público comenta: “¿Ya se acaba?” Ha sabido a poco. Como diría Gracián, “lo bueno, si breve…”