Primera Promoción de Guitarristas Flamencos / Rafael Riqueni

Sabíamos que íbamos a disfrutar en Córdoba. Por un lado, asistíamos a la puesta de largo de la primera promoción de Guitarra Flamenca del Conservatorio "Rafael Orozco". Por otro, al concierto de Rafael Riqueni. Los primeros nos sorprendieron gratamente. Es éste método del Conservatorio, el más eficaz y ajustado a la realidad de la enseñanza del flamenco. Por encima de las fundaciones e instituciones de carácter privado -tan proliferas últimamente- en las que prepondera claramente el interés económico y el ánimo de lucro. Asistían al recital familiares, amigos y profesores: Niño Pura, Manolo Franco, Paco Serrano... la maestría al servicio de la enseñanza pública y reglada. Como debe ser.
Esto se justificaba con la minera a dos guitarras de David Vargas y David Santos, o los fandangos de Huelva de Carmelo González. En la claridad de ideas y el alma de la soleá de Antonio López Fernández. En la cabeza fría para el acompañamiento al cante por malagueña, verdial lucentino y fandango del Niño de Cabra, de Ángel Mata Alcaide. Y en la belleza de la guajira de los hermanos Gabriel y Juan Expósito. Mas si algo sorprendió al que esto escribe, fueron las aportaciones personales de cada uno a las obras interpretadas.
Y cuando más satisfechos estábamos de la labor del conservatorio cordobés para con la guitarra flamenca, vino la guinda: Rafael Riqueni. Comenzó con las seguiryas "Campanas de Santa Ana" y continuó con la soleá por bulerías. Hizo temas nuevos: "Priego de Córdoba" y la "Danza Triste", y cosas conocidas como la rondeña que dedicó a su madre en "Maestros" (1987) y su soleá. Es increíble como este guitarrista te mantiene en tal estado de concentración, que acabas agotado. Cansado de tanta música. En el número anterior de La Flamenca, hablábamos del desembarco de la guitarra de Riqueni en Jerez. No fue un espejismo.
LOS PREMIOS NACIONALES
El día seis de mayo presenciamos el primero de los espectáculos del Ciclo Premios del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en los Jardines del Alcázar. Rancapino fue acompañado por Manuel Silveria y Calixto Sánchez por Manolo Franco. Fue Milagros Mengíbar la bailaora que intervino, en una noche agradable que contaba con predicamentos favorables y un espacio completamente lleno.
La salida de Rancapino fue con la soleá de Alcalá y letras de Aurelio, que estuvo planeando toda la noche, con un Manuel Silveria que se ha configurado con el tiempo en un brillante acompañante a la guitarra, que procura proponer su propia impronta. Cádiz por soleá y alegrías no podía ser ajeno, compañero como fue de Camarón en la Venta de Vargas, así como en las malagueñas dedicadas a cantaores señeros de esta tierra como Pericón, La Perla, Beni. Manolito de María fue la referencia en la serie por bulerías. Los fandangos y las bulerías de nuevo pusieron fin a la actuación de este gran cantaor que le gana a diario la pelea al cante y del que se cuenta que un alcalde, iletrado él, impidió que actuara por lo que es su genuina ronquera.
Milagros Mengíbar bailó una caña al en su primera salida y al final unas alegrías. Calixto fue acompañado magníficamente por Manolo Franco e hizo cantes en los que estuvo presente Machado con una milonga después de las granaínas iniciales. Los aires por Cádiz -soleá y cantiñas del Pinini antecedieron a las bulerías finales-.
Texto: Juan Pérez Cubillos
HOMENAJE A FOSFORITO
Contó Fosforito el día siete por la noche con la presencia de numerosos artistas que quisieron sumarse así al homenaje que se le tributaba. Hubo palabras de diversas personalidades -Concejal de Cultura y Alcaldesa-, así como la entrega de una escultura conmemorativa realizada por Venancio Blanco. La semblanza fue realizada por Calixto Sánchez en un recordatorio de lo que es una vida dedicada a este menester desde aquellos momentos en que había tantas carencias, y fue seguida de unas sentidas palabras de Fosforito que dijo sentirse deudor del Concurso Nacional que le dio el definitivo refrendo como cantaor. Dio paso a las actuaciones en dos partes que contaron inicialmente con la coreografía realizada por Javier Latorre y Estévez, que sirvió para sumarse, cómo no, al homenaje a Mozart en una de las composiciones.
Intervinieron dos bailaores cordobeses, Nani Paños y Daniel navarro, que se ha configurado como el bailaor flamenco con más proyección de esta tierra, La Moneta y Rocío Molina. Dio paso en la según da parte a la intervención de Manuela Carrasco y su numeroso grupo, con la colaboración de Manuel Molina, que dieron la impresión de ser reiterativos en su espectáculo, por más que Manuela siga siendo la bailaora electrizante que no dejaba impasible. El espectáculo tenía por título Un sorbito de lo sublime, con destacadas intervenciones a la guitarra de Pedro Sierra; no supone lo anterior merma en la calidad, y sí constancia del público de larga duración del espectáculo en día y horas poco propicios.
Texto: Juan Pérez Cubillo
VICENTE AMIGO: UN MOMENTO EN EL SONIDO
Entornas los ojos y te olvidas de espacio y tiempo. Tienes la vaga sensación de que por momentos Vicente nos traslada a la sensualidad del Río brasileiro o al nostálgico Sena del Hojas muertas, Bajo los puentes del Sena o de la Canción del pobre Juan. Lo realmente asombroso es que tras una operación de cosmética musical Vicente hace que suene flamenco todo lo que toque; y no es operación de alquimia sino la secreta percepción del sentido último de la guitarra flamenca y de lo que de él se espera.
Los músicos contribuían poderosamente a que el espectáculo creciera. Y no es para menos si conocemos la trayectoria de José Manuel Hierro a la guitarra, de José María Cortina a los teclados, Paquito González a la percusión, la voz doliente y quebrada de Blas Córdoba, el magnífico bajo de Antonio Ramos o la polivalencia del entrañable Patricio Cámara en la percusión, voces o acompañamiento a las palmas. Hay gran cuidado por la estética, intérprete en solitario y en el centro de la escena con una luz de fondo de azul dominante y su guitarra a solas. Desde los inicios por soleá hasta la rumba que da título a la entrega Un momento en el sonido o el último tema, Oriente mediterráneo, pudo percibirse una especial complicidad con un público que pidió más y que gracias a su tesón consiguió la presencia de un magnífico cantaor, El Pele, y el bailaor Daniel Navarro, que pusieron rúbrica a una gran noche.
Texto: Juan Pérez Cubillo
GALA 50 ANIVERSARIO DEL CONCURSO NACIONAL
Alrededor de 2500 personas se dieron cita en los jardines del Alcázar el pasado sábado 13 de mayo para presenciar la actuación de Gabriel Expósito, que comenzó por soleá y se acompañó de un grupo falto de tablas. El Pele se acompañó de Gualberto y su sitar para hacer una zambra preciosa, abriendo un extenso recital que continuo malagueña, seguiriyas, fandangos, tangos, bulerías y un cierre por tonas. El Pele estuvo acompañado por Niño de Pura -una guitarra que a pesar de su virtuosismo, sabe ser caliente cuando el cante lo necesita- y por los Cherokee.
Luis de Córdoba, uno de esos cantaores olvidados por los programadores, demostró su valía por tientos y tangos, por seguiriyas y alegrías, provocando el delirio por fandangos y en las colombianas finales Cerró la noche el bailaor, también de la tierra, Daniel Navarro. A esas horas -casi las 3 de la madrugada- el público comenzó a desalojar el recinto, por lo que le costó retener al público con su soleá.
Pero a quienes todos esperaban era al maestro Fosforito. La última Llave de Oro abrió con la soleá apolá, donde dejó muy claro que venía a vaciarse de cante. Sacó voz de donde no la tenía y el público, sorprendido por el milagro, rompió en aplausos. Por alegrías anduvo garboso, dando cancha a la guitarra de Silverio, que una vez más sonó a cañón. En el taranto dio una lección magistral, sobre todo en el segundo cante donde, una letra que hacia referencia al cansancio de su voz puso en pie al respetable. Cerró por bulerías, recibiendo la mayor ovación de la noche.
Fotos: Sonia Montaño - Jose Miguel Nievas