Rocio Molina. La oscuridad del bosque ardora
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Web Revista La Flamenca. Pedro Madroñal. Sevilla /Teatro de la Maestranza / 30/9/2014 Fotos: José Montiel Márquez
En realidad el título de la crítica es una paradoja. Un bosque que se apellida resplandor pero que deja en penumbra la escena. Arriesgada `propuesta la de Rocío Molina para la Bienal de Flamenco con la representación de un cuento de género fantástico con enormes dosis de intelectualidad en la que la virtuosa bailaora malagueña se representa a sí misma en un mundo hostil y al que sabe manejar por su condición de género.
La teatralización en el arte flamenco tiene enorme dificultad y más cuando se prescinde de sus propios códigos internos ya que esta dramaturgia tiende a desnaturalizar el género. Sonaron tientos, tangos, soleá...pero podían haberse escuchado fados, boleros o sardanas, el protagonismo lo tenía el movimiento y el ritmo, sin más, con el control absoluto que tiene Molina en cada centímetro de su cuerpo.
Se juega con la identidad humana y la animalización de los sujetos pero sin duda el leitmotiv de la obra está relacionado con la condición femenina enfrentada a un ambiente masculino que subyuga y anula personalidades. Ambiente al que vence la protagonista a través de inteligencia y personalidad, dos de las características de esta bailarina prodigio.
Provocadora y exploradora utiliza cuantos elementos se le ocurren, fósforo en los zapatos, caretas de perros, ecos en los sonidos, baterías, xilófonos, platillos o trombones, desafines forzados o recursos audiovisuales. Como atrezo cuenta con árboles naturales, unos con los pies en el suelo, otros con la raíces al cielo, en un juego de espejos que eluden a los dos mundos, el real y el ficticio, yo y el resto.
La percusión de Pablo Martín soporta el peso de gran parte de la obra que se apoya en el cante de José Ángel Carmona, cantaor que nos deleitó con unos preciosos tientos acompañados con el bajo eléctrico, la guitarra flamenca cuando aparece suena a gloria en las manos de Eduardo Trassierrra que pone música a una de las escenas más atractivas de la obra con Rocío en solitario. Los trombones de Vicente Ortega y Agustín Orozco ponen sonido y voz al bosque, al viento.
Eduardo Guerrero demuestra su altura como bailarín y ocupa gran parte de la obra de manera solvente, al igual que Fernando Jiménez protagonistas ambos de un interesante duelo en lucha por la chica. Enganchó la escena erótica y salvaje, más que sensual, sexual, entre Eduardo y Rocío, a compás sin cursiladas, sin enamoramiento con necesidad.
Rocío lucha con su corporeidad en el escenario, huye de las posibilidades y busca un camino propio, uno entre lo masculino y lo femenino haciendo uso de su espacio vital sin encuadrarse en ninguno.
Su bosque ardora no termina de resplandecer en una fábula natural sin brillo en la que destaca su extraordinaria técnica, su trasmisión corporal, la exactitud rítmica y su concepto modernista. Sin embargo y aún a riesgo de caer en el ostracismo para mundo cultureta no veo el traje nuevo del emperador por ningún sitio, por muy bello que lo describan los sastres, el rey va desnudo.
Ficha artística:
Espectáculo: Bosque Ardora Estreno nacional /Teatro de la Maestranza/ día 29/9/2014
Coreografía, Dirección Artística y Musical y Baile: Rocío Molina.
Bailarines: Eduardo Guerrero y Fernando Jiménez.
Cante y bajo eléctrico: José Ángel Carmona.
Palmas y Compás: José Manuel Ramos ‘Oruco’.
Batería y electrónica: Pablo Martín Jones.
Trombón: José Vicente Ortega Sierra ‘Cuco’ y Agustín Orozco.