Rocío Bazán nos desveló el secreto del cante jondo a través de la poesía de Lorca, Alberti, Miguel Hernández… La poesía del dolor, que nace en el alma de Rocío y muere en su boca.
Web revista La Flamenca. Lara Arrobas. Madrid / Centro Cultural Paco Rabal - Palomeras Bajas / 22/6/2014 Foto: Paco Manzano
‘Desde el alma hasta la boca es como yo concibo el cante. Mi cante no sólo sale de mi garganta, nace en las bambalinas de mi cuerpo, como si de una obra de teatro se tratara (...). Salgo a escena y llega el momento esperado, me encuentro con la inspiración. Ella me dice: déjate llevar, cierra los ojos y desnuda tu alma’.
Con estas palabras, la voz en off de Rocío Bazán se escucha en el silencioso auditorio. Unas siluetas se adivinan en el escenario, ocupando sus sitios. Son Rocío Bazán, el guitarrista Manuel Herrera y el percusionista Raúl Botella. La puesta en escena es sencilla y austera. Sólo ellos tres en sus sillas. De fondo, un enorme pantalla donde a lo largo del espectáculo se proyectan imágenes, en sintonía con la letra.
Quince minutos pasaban de las 20 horas cuando los versos de García Lorca, asomaban en los labios de Rocío y eran proyectados al infinito con un chorro de voz gitana que imponía desde el comienzo. Narrando a compás de la guitarra y el cajón flamenco, nos hicieron disfrutar del cante lastimero a compás de zorongo, lento pero con mucha fuerza. Un cante que, por desgracia, cada vez abarca menos público.
Raúl Botella, deja de momento el cajón y lo cambia por una tinaja, que marcará el soniquete de una serrana. Turno ahora para entonar un texto del gaditano Antonio Murciano, poeta español con especial debilidad por el cante flamenco, autor de numerosas coplas y ensayos que le hicieron ganador en cinco ocasiones, del Premio Nacional de Flamenco. De fondo, las montañas de Sierra Bermeja, en la Serranía de Ronda, apoyan simbólicamente a la escena.
Es hora de conocer al bailaor David Pérez, que aprovecha unas guajiras para pisar las tablas. Ofreció un baile muy limpio y profesional, muy seguro de pies y manos. Movimientos muy rápidos y cambiantes, sus manos golpean velozmente sus piernas y pecho. Se coloca en posición de giro para encadenar varias vueltas, que hicieron llegar las gotas de sudor a la grada. Rocío se levantó de su flamenca silla, adoptando la pose de una soprano flamenca, levantando con maestría las manos. El cante se mostró más dolido, el baile sin embargo, aunque muy dramático en algunos momentos, supo dar el punto de gracia y salero al lamento flamenco conmovedor y escalofriante de Rocío.
Los artistas entran en calor y se acercan al filo del escenario, se acercan al público, se sienten cómodos. Raúl Botella incorpora un nuevo instrumento de percusión acompañado por el sonido de unos cascabeles anclados en su tobillo, marcando el compás con el talón del pie. David Pérez vuelve asorprender en una brillante intervención con castañuelas, haciéndolas chocar contra el pecho y las piernas con una llamativa soltura.
La guitarra se queda sola. El público, acompañando en el desconsuelo del cante por derecho y por vocación de la malagueña, siente cada nota. Con aires de grandeza, vuelve Rocío, en esta ocasión con un mantón de tela y bordados en un rojo intenso, pasional como su voz. Voz que realmente salió del alma, donde volcó todo su arte. Ahora es ella la que se queda sola.Un rompedor martinete se escucha sin toque, sin baile, casi sin luz… Sobrecogedor.
Para terminar, unas palabras de agradecimiento, que hicieronreferencia en esta ocasión a los técnicos que hacen posible la puesta en escena. ‘En el difícil mundo de la música, unas puertas se abren y otras se cierran’. La Suma Flamenca supone para Rocío una puerta que se abre para su primer espectáculo en solitario ‘aunque acompañada, por supuesto, de unos grandes artistas’.
Ficha artística
Madrid / Centro Cultural Paco Rabal-Palomeras Bajas / 21/6/2014 / 20:00 H.
Espectáculo: Desde el alma… hasta la boca / Estreno en Madrid
Cante: Rocío Bazán
Guitarra: Manuel Herrera
Baile: David Pérez
Percusión: Raúl Botella