Revista La Flamenca. Roberto D´Armiento. Jerez de la frontera. (Sala Compañía) 7/3/2012. 19:00 H. Foto: Javier Fergo
Fuensanta ha creado varios espectáculos con distinto formato en los últimos años y declaró en la previa que había llegado el momento de montar un espectáculo esencial, de corta distancia, sin más argumento que el de una bailaora que baila al cante y la guitarra, o sea, el Flamenco en su receta más primordial. Para ello contó con un cuadro reducido al mínimo: la voz rajada del Jerezano Miguel Lavi, la guitarra de Luis Mariano y la percusión de “El Cheyenne”. Sin más escenografía que la negra ‘caja-escenario’ de la Sala Compañía, donde mañana repetirá espectáculo, Fuensanta emprendió su maratón de baile (más de una hora bailando sin descanso) al son del romance que abrió la noche.
Fuensanta viste un traje naranja y negro con mantón naranja, su figura es algo retro, sus juegos con el mantón nos brindan una imagen de antaño. Una bailarora de raza con pose firme y dispuesta a desplegar esta noche todo su quehacer flamenco. Un percance insólito, a la vez que intrascendente, enfría por momentos el arranque: Fuensanta pierde un zapato en el escenario.., pero la bailaora no pierde la compostura, sigue su pieza hasta perderse detrás de las bambalinas de donde saldrá después de unos instantes como si nada. Nada puede parar a La Moneta esta noche. Suena la caña y Fuensanta baila con personalidad, inspirada, despliega una admirable variedad de recursos rítmicos, coreográficos, y todos interpretados con la necesaria medida e intensidad. Las transiciones son casi imperceptibles, no hay solución de continuidad, las alegrías corren por bulerías y el ritmo de amalgama se convierte en el colchón de unos abandolaos. Fuensanta baila airosa, utiliza todo el cuerpo, vueltas quebradas, muñecas, juego de pies sin abusar, cadera. Baila como si estuviera en trance, alterna momentos de énfasis tribal con movimientos de gran elegancia. Cambia el palo, pero La Moneta no sale del escenario, esta cómoda, se sienta y contempla los aires mineros que Luis Mariano interpreta; no descansa, espera su momento y allí llega, una vez más se inventa y reinventa, hombros, caderas, braceo, La Moneta condensa fuerza y poesía, intensidad y fraseo. Después de cuarenta minutos la Granadina sale del escenario y lo hace solo para cambiar de traje y vestirse de negro; mientras, Miguel Lavi se encarga de poner eco plazuelero y cantes de fragua. Argucias rítmicas del atrás permiten convertir ese instante denso en bulerías de Cádiz, en las que Fuensanta baile con gracia y salero antes de que, sin casi darse cuenta, las bulerías se hayan convertido en serrana. En la sierra hace fresco y Miguel Lavi, jondo y certero en este palo, ofrece una chaquetilla a La Moneta que baila con buen dramatismo interpretativo este bonito fragmento. El cajón de El Cheyenne late hipnóticamente y de repente nos encontramos en medio de unos tientos en los que Fuensanta mueve sus hechuras haciendo presagiar otro gran momento que sera, como no, por tangos. La Granadina lo hace todo con tal naturalidad y flamencura que imparte sobre las tablas una clase magistral por tangos, pieza con la que se despide sin mas coletillas, a sabiendas de que el pescado, del mejorcito, esta vendido y el publico, antes de que se vaya, ya la echa de menos.
Ficha artística.
Baile: Fuensanta “La Moneta”. Cante: Miguel Lavi. Guitarra: Luis Mariano. Percusión Miguel Fernández “El Cheyenne”.