Cigala, grandeza y jondura
Web Revista La Flamenca. Francisco Reina. Málaga. /Teatro Cervantes/ 4/5/2011
Diego ‘El Cigala’ dio una muestra de su grandeza, el 4 de mayo en el teatro Cervantes de Málaga, al ofrecer un recital a beneficio de una asociación de Palma-Palmilla, uno de los barrios más deprimidos de la capital malagueña. Grandeza como persona, pues no es habitual que un artista con su caché se brinde para tales menesteres y menos aún que no escatimara ni en entrega ni en tiempo. Hora y media de actuación precedida por unos teloneros del citado barrio que interpretaron varias canciones aflamencadas, con algún que otro quejío. Se echó en falta, empero, el cante gitano auténtico que suelen propiciar estos barrios (como el que reflejó Dominique Abel en ‘Polígono Sur’).
Diego del Morao, brillante durante todo el recital, tocó por bulerías junto a sus palmeros y la percusión (cajón). En él, encuentra continuidad una saga jerezana de excepcionales guitarristas, no en vano es sobrino-nieto de Manuel Morao e hijo de Moraíto Chico. Suena clásico y moderno a un tiempo. Transmite pasión y jondura. Una delicia. El Cigala, que le ha editado su disco de debut (‘Orate’) en su propio sello discográfico, opta, curiosamente, por abrir su recital a palo seco, por carceleras.
De nuevo con Morao a la guitarra, pasamos de la tristeza más profunda a las alegrías de Cádiz. Es un auténtico placer recuperar para el flamenco más puro a un artista como El Cigala que, tras su exitoso ‘Lágrimas negras’, anda inmerso en otros proyectos (como aflamencar boleros y tangos) y giras internacionales. Prosiguió por Levante, con maestría y duende. Y entre col y col, un tango, Nostalgias, de su último álbum, ‘Cigala & Tango’ (2010). De vuelta a la pureza, fandangos de Huelva, interpretados con mucho ángel. Se toma un respiro que aprovecha Diego del Morao para hacer un monumento a la bulería y cosechar un merecidísimo aplauso.
Vuelve el cantaor madrileño por soleá. Suena añeja la guitarra de Morao al servicio del quejío gitano, profundo, de El Cigala, que ofrece una larga tanda con remate en homenaje a Camarón. Soledad es la segunda incursión en su nuevo trabajo. Momento intimista con la sola compañía de la guitarra. Y del tango argentino… a los tangos flamencos, de los que también ofrece una generosa muestra. En algunos quiebros, su voz recuerda a la de Camarón. En la despedida, bulerías. Y en los bises, fandangos naturales, muy sentidos, dedicados a El Álvarez, cantaor malagueño “que me dio un palo en el corazón de felicidad” (cuando lo escuchó cantar por este palo). Aún habría lugar para un fin de fiesta por bulerías al que se sumaron todos los que participaron en el evento.