Triunfo sin paliativos del cantaor gaditano en el Teatro Lope de Vega
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla (Teatro Lope de Vega) 16/9/2016 Foto: Archivo fotográfico Bienal de Flamenco
Quiso Sevilla recibir a la Viña como se merece, y engalanó el ambiente de su mejor teatro con la mayor expectación. Quiso el artista corresponderle, sabedor de lo que se jugaba en esa arena que pone y quita figuras de los carteles. Y comenzó su lidia mimando a la fiera, parando el pulso del público en los medios y templando la embestida de sus propias ansias de triunfo. Quedaban por delante dos horas largas de trasteo, y había que cuidar el corazón del respetable.
Jamás vi abrir un recital por mineras, o quizá sí, puede que en La Unión, pero cómo lo hizo para embarcar al toro y sacarlo por bulerías de Cádiz, no me pregunten porque todavía estoy cavilando. Malagueña y malagueña, una de Chacón, la otra del Mellizo, la grande. Y canta una liviana y una serrana, personalísimas, con su cambio de María Borrico del que todavía hay quien se está doliendo. ¿Pero no era David un buen cantaor festero?
Claro que sí, el mejor, probablemente. Eso lo saben en todas partes. Hizo honor a ello con su particular homenaje a su maestro, Chano Lobato, engarzando en una sola tanda el garrotín, unos cantes del Piyayo con aires del Chato de la Isla y unos tangos de Triana demasiado ligeros, a velocidad de tanguillo.
Aprovechó, eso sí, para ganarse la complicidad de todos mostrando su faceta de contador de embustes, remedando una anécdota de tito Chano. La rumba del “Cacharrito” se acercó desde La Habana acompañando a la guapísima bailarina “La Yera” y no faltó ni el coro de Carnaval de Luis Rivero para aderezar los irrenunciables tanguillos.
Así llegó el público entero hasta el fin de fiesta. Pero antes el matador le había infligido un castigo memorable. Porque David Palomar es un cantaor jondo, que significa hondo y serio en el contexto del cante flamenco. Y entre las bellísimas y emocionantes sevillanas dedicadas a los maestros de este arte, de Caracol a Camarón, pasando por Lola Flores y Carmen Amaya, hasta su sentido homenaje a Paco de Lucía; y las alegrías palomeras dedicadas a sus ídolos del mundo del toreo, el de la Viña se sentó y se enfundó el gesto y el semblante de cantaor antiguo.
Cantó por seguiriyas, y cómo. Tiene David algo de lo que carecen muchos cantaores y cantaoras de este siglo: su propio sello. La cabal de creación propia con la que cerró la tanda quedará en la memoria de esta bienal. Y luego cantó David por soleá, de Ramón Jarana y de El Chozas, mientras María Moreno, la otra triunfadora de la noche, se tiraba a los ruedos y nos recordaba a todos como se baila por derecho, sin libretos, coreografías ni diarreas conceptuales. Con su bata de cola y su moña de flores desbaratándose con cada ole, su carita de gitana y su picardía, su baile gaditano arrebató los clarines de la cercana Maestranza, mientras David acompasaba la soleá hasta llevarla a Lebrija por Utrera, y sacaba toda la sabiduría de quien se hizo maestro cantando durante años para el baile.
Ficha artística:
Espectáculo: Denominación de origen /La Bienal de Flamenco de Sevilla/Teatro Lope de Vega Sevilla. 15/9/2016
Cante: David Palomar.
Guitarras: José Quevedo “Bolita”, Rafael Rodríguez “Cabeza” y Óscar Lagos.
Palmas y coros: Anabel Rivera, Roberto Jaén y Reyes Martín.
Artistas invitados: María Moreno y Jeranys Pérez “La Yera” (baile); Coro de Carnaval Luis Rivero.