Web revista La Flamenca. Pedro Madroñal. Sevilla / Teatro Lope de Vega / 15/9/2014 Fotos: José Montiel Márquez
Israel, siempre quedará Israel. El artista-bailaor todo en mayúsculas, Israel Galván, demostró porqué está considerado un genio en el mundo de la danza, su universo estético se expande sin límites cincelando en la historia un lenguaje propio que tiene su propio acento, y con él cuenta cosas en voz alta para el deleite de los carnales.
El Lope de Vega albergó una inolvidable noche y los sevillanos lo sabían. Allí se dio cita toda la farándula flamenca que incluye compañeros, políticos, artistas de otras disciplinas, críticos y flamencólogos, además de la afición y los incondicionales de Galván. La familia al completo se sienta cuando sin previo aviso y con corsé negro encima de su negra camisa empieza Israel a leer una partitura, partitura que baila y en la que propone desde la comicidad de una traductora simultánea al inglés, dos ideas fundamentales que flotan por toda la obra, la relación baile-género y baile-etnia...las caderas quietas, gipsy!
Galván gusta de bailar, más que música, sonidos percutidos, experimentando con los que provoca su propio cuerpo o buscando en instrumentos tradicionales nuevos usos como hiciera con el violín, la marimba, el saxo o la flauta además de objetos como una bota de bailar hecha de porcelana que rompe en mil pedazos y se antoja como metáfora de su forma de entender el arte.
Porque Israel ha sobrepasado los límites de la tradición y la técnica, más que para provocar emociones irracionales baila para presentar conceptos, intelectualiza el flamenco, ahora sí, de forma divertida quitando la solemnidad del tonto a la que hemos reducido este arte desde hace tiempo.
Se rodea por quien quiera aportar y disfrutar como el caso de Tomás de Perrate y David Lagos de ecos ancestrales y formato avanzado que lanzaban tercios de toná, muy presente toda la noche, trilla, alegrías, cantiñas o seguiriyas jerezanas. No se baila el cante, se usa el cante y su ritmo para montar ideas. El cuerpo responde a cada abstracción, obedece siempre y cuando toca demuestra la velocidad de sus pies, la agilidad de sus manos, lo volátil de su ser.
De nuevo Morente, se hace presente dejando constancia de cuanto le echa de menos el mundo flamenco. Galván compone dos números basados en la tradicional letra “Fui piedra y perdí mi centro” que se interpreta aquí por soleá en distintos estilos, tonás, malagueñas...en una exposición de sentimientos y valoración al maestro granadino.
Hasta pasodobles y números de la cabra se representan en un jolgorio musical. Con las sombras chinescas del todos los componentes se nos presenta la silueta, lo visible del espectáculo a modo de caverna platónica.
Las luces encendidas, magnífico diseño, nos dejan disfrutar de todo el cuadro durante el espectáculo, Eloisa Cantón, instrumentos de cuerda, Juan Jiménez Alba, viento, Antonio Moreno percusión y Caracafé guitarra flamenca pero los músicos actúan, interaccionan y teatralizan su participación con entradas y salidas, paseos por el escenario y un último baile, una danza ritual, el fandango parao de Alosno que define el tono de la obra usando el humor y la gracia como vehículo de trasmisión artística.
Aplauso y vítores para la genialidad de Israel Galván que vestido con traje de faralaes sale a saludar y baila borracha por sevillanas como punto y final a los roles de género dentro de la danza flamenca. Gracias Flaco.
Ficha artística:
Espectáculo: Flacomen. /Teatro Lope de Vega / día 14/9/2014
Baile: Israel Galván.
Cante: David Lago y Tomás de Perrate.
Instrumentos de cuerda: Eloisa Cantón.
Viento: Juan Jimenez Alba.
Percusión: Antonio Moreno.
Guitarra Flamenca: Emilio “ Caracafé”.