Málaga. Auditorio de la Diputación Provincial 26/5/2011 Francisco Reina
Dos grances voces y baile de arte
La tercera cita de los ‘Jueves Flamencos’ de la Diputación Provincial de Málaga nos deparó otro brillante mano a mano entre dos grandes voces (Virginia Gámez y Rocío Bazán) del panorama flamenco malagueño, acompañadas a la guitarra por Curro de María y Gaspar Rodríguez, respectivamente. El baile lo puso, en esta ocasión, Gema Garcés, acompañada por su cuadro flamenco.
Abrió el recital Virginia Gámez por malagueñas (la atribuida al Niño del Huerto, con origen en El Mellizo, que grabó Manuel Vallejo). Modula esa gran voz que posee y canta despacio, con elegancia. Remata con el clásico abandolao (fandango de Pérez de Guzmán y cantes de Juan Breva) con el poderío que le caracteriza. Por bamberas, Curro de María, pulcro y preciso, marca el compás con los nudillos, con el acompañamiento de Manuel de la Curra y David Galiano a las palmas. Gámez, con su bella voz, poderosa, modulada y con pellizco, arranca los aplausos del respetable en cada tercio. En las cantiñas, hace una preciosa entrada, en tempo lento, que luego se vuelve frenético. Tienen mucho sabor a Cádiz, pero con guiños a Málaga. Por momentos, casi en un susurro, algo habitual en Arcángel. Portentosa. Soberbio De María, jaleado por el público.
Por su parte, Rocío Bazán principió por Levante (Taranta del Cojo de Málaga). No es extraño que haga de éstos sus cantes bandera, pues recibió el premio ‘Jóvenes Valores’ del Festival de Cante de las Minas en el 99. Bella falseta la que nos brinda Gaspar Rodríguez, que aprovecha al máximo la riqueza melódica de estos cantes. La esteponera, poseedora también de una gran voz, nos ofrece su quejío profundo y con pellizco. Remata con un abandolao. Cantó, luego, por soleá (del Zurraque y la Serneta) y deleitó a los presentes con su cuplé por bulerías (‘El niño de las monjas’) de La Niña de la Puebla. Es encomiable que artistas jóvenes recuperen cantes añejos, que suenan a recién paridos en sus voces.
Se reservaban una sorpresa para el final. En la despedida, ¡dúo por martinete y seguiriyas!, muy sentido, algo inusual como fin de fiesta. El remate a dos voces con la única compañía de las palmas (Morente en el recuerdo) estremeció al público, que acabó puesto en pie y pidiendo más.
Cerró el evento Gema Garcés, con el clasicismo de su baile. Cuenta en su cuadro flamenco con el cante de Bonela Hijo, todo un lujo, el toque de Ramón Rodríguez y Jaime Torres y las palmas de El Yaya, Juan Laiker y José Ruiz. Por soleá, Garcés, se mostró sobria y elegante en el braceo, con gesto altanero en sus desplantes y un zapateado poderoso. Por tientos de Frijones, se alcanzó un momento álgido. No es una bailaora espectacular, pero sí magistral en su aparente sencillez. Hace fácil lo difícil. Baile de (y con) arte. En los tangos, ofrece un zapateado muy vistoso. Mientras se cambia, Bonela canta magistralmente por alegrías. Espectacular. Fin de fiesta por bulerías con pataíta incluida de los palmeros