
Edita: VV.AA. (2007)
¡Qué acertados son los homenajes en vida!. Y que triste es ver que los reciben siempre los mismos, cuando nos van dejando otros artífices de este arte que merecen iguales correspondencias. Si les parece poco apropiado el agravio comparativo, menos apropiado nos parece a nosotros que se aproveche el tirón mediático de un abuelito simpático, para la propaganda barata. El pistoletazo de salida a este pitorreo general, vino en forma de pasodoble carnavalesco de la comparsa de Tino Tovar "Las Estaciones" (febrero de 2004). A partir de aquí, hemos asistido a la masiva subida de políticos, críticos, artistas y aficionados, al carro de los despistados.
Ahora, a propósito del último homenaje que se la ha tributado, se ha puesto en circulación "Chano Lobato. Toda la sal de la bahía", en el que firmas de diversa procedencia pretenden -a excepción de la sinceridad trianera de su compañera de fatigas Matilde Coral- poner en pie una historia del cantaor que dudamos que él mismo asuma. Suele ocurrir en este tipo de obras colectivas que, se vierten en ellas tal cantidad de estupideces que, más que honrar al homenajeado se consigue lo contrario. Lo que vuelve a poner de manifiesto que en esto del flamenco tenemos cada vez más plumas vacías de contenido, dirigidas por quienes tienen los estómagos llenos. Realmente lo sentimos por Chano, que se merece lo mejor.