Ballet Flamenco de Cristina Hoyos, Dirección escénica, José Carlos Plaza, Teatro de la Maestranza, Sevilla 31 de marzo de 2004, Ocho y media de la tarde.
"Yerma"
Las obras de nuestro querido Federico García Lorca han inspirado numerosas manifestaciones artísticas. La representación de uno de sus dramas más conocidos es la que congrega en el Teatro de la Maestranza de Sevilla a cientos de personas.
Yerma es un "poema trágico" donde se cuenta la historia de "(...) una de tantas mujeres consumidas en una larga espera sea en conventos, en caserones, o en pulidas y repulidas casas de provincias donde -casadas o solteras- ocualtan el último fracaso de sus vidas. Atadas a prejuicios, tradiciones, equívocas creencias paganas y religiosas, a un falso sentido del honor y a una pesada carencia de medios económicos, sociales e intelectuales, se consumen en sí mismas obsesionadas por la carencia y no impulsadas por ella para encontrar una solución. Vive entre las rejas de una moral y una normativa obsoleta y castrante. Mantiene el sentido del honor como virtud y como escudo protector que lo que hace realmente es impedirle una salida práctica a su angustia (...)"; según José Carlos Plaza.
Diecinueve bailaores y bailaoras en escena y un decorado misterioso de rocas. La garganta de Ana Ramírez le pone voz a la música de José Luis Rodríguez. Susana Casas interpreta el papel de Yerma y consigue trasmitir la sensación de impotencia y el conflicto interior que siembra la incertidumbre de saber si su vientre puede dar fruto o si por lo contrario es una tierra baldía.
En un culebrón de amor y desamor dos hombres se cruzan en su camino. Un grupo de amigas anima a la chica. Cristina Hoyos es la vieja pagana que aconseja a la joven y la guía por los caminos de la carne siendo esa su perdición.
En cuestiones interpretativas, algunos componentes del ballet parecen estar aventajados, pero sin embargo no son bailaores de muy alto nivel, aunque es lógico que unos destaquen más que otros. Susana sabe interiorizar el personaje desde los puntos de vista teatral y del flamenco. La puesta en escena es extraordinaria y se constituye como un fiel dibujo de lo que presumiblemente quiso legarnos el poeta granadino con su visión particular de las cosas.