Título: "Flamenco y punto" - Baile: Javier Barón, Pilar Ogalla - Cante: Rafael de Utrera, David Palomar - Guitarras: Javier Patino, Ricardo Mora - Percusión: Manuel Muñoz ‘El Pájaro' - Lugar y Fecha: Centro Cultural El Monte. Sevilla, 18 de noviembre
Flamenco y más flamenco
Elegancia y sencillez. Baile de Barón. Flamenco y más flamenco. Propuesta impregnada de clasicismo. Así se presentó Javier Barón en el Centro Cultural El Monte. El bailaor sevillano vino a desquitarse de su inesperada ausencia de la pasada Bienal de Flamenco. Después de tantos días y tantas propuestas que la Bienal nos dejó, Barón quiso brindarnos con un espectáculo eminentemente plagado de flamenco. Sin concesiones a la galería. Sin artificios retóricos ni otras parafernalias. Sin escenografía. Tan sólo baile y más baile. Y lo expuso con su impronta particular. Barón hace sencillo lo que en realidad no lo es. Eso se llama naturalidad. Sin adornos superfluos. Simplicidad. Acentuando el baile en cada momento. Un discurso inteligible, asimilable para el respetable. La pena es que este espacio cultural no se llenara para la ocasión. Comprensible después de que Sevilla haya vivido días a tras más de cuarenta días de flamenco como consecuencia de la celebración de la Bienal.
La guitarra de Patino da comienzo al espectáculo. Ésta inicia un diálogo con la bajañí de Mora. Preámbulo del cante por tientos. Llega la voz de Rafael de Utrera. Paso a dos. Barón y Ogalla. Porte y finura. Van marcando en el sitio. De cintura para arriba. Braceo engalanado. El de Alcalá impone su sello en las mudanzas. Como a él le gusta. Ogalla se le une en ciertos lances. Buenas maneras. Bello empaque. El baile fluye con soltura, con pulcritud. En su justa medida. Sin forzar fluyen los tangos. También hay pies. Zapateado. No recurren a una técnica indescifrable. Como marcan los cánones.
La seguiriya de Palomar da descanso a los bailaores. Barón regresa por alegrías. El artista sevillano sale decidido. Fuerza, energía y vigor. Baile vehemente. Zalamero en la letra. Diversidad en el braceo. Contratiempos en la escobilla. Aguanta el instante, sostiene el remate. Con soltura. Barón muestra sus credenciales dotando de sentido y significación a cada uno de los movimientos que lleva a cabo. Todo esto sin descomponerse, manteniendo un equilibrio que dota de consistencia a su baile.
El taranto se viste de mujer en la estética figura de Pilar Ogalla. La bailaora se pasea por el escenario con sensualidad. Se preocupa por lo colocación. Aploma el cuerpo. Sugiere con el cimbreo se sus caderas. Expresa en el tramo por levantica. Buenas sensaciones.
Barón vuelve a escena. Lanza al aire la soleá. Echa raíces en el sitio. Planta su figura en el centro del proscenio. El baile lo lleva. Es consciente de lo que tiene que hacer. Sin descoyuntarse despliega el potencial que lleva dentro. Arsenal de pies. No quiere dejar ningún resquicio de su arte en el tintero. Todo está hecho.
Como colofón, el preceptivo fin de fiesta por bulerías donde guitarristas y cantaores regalaron al público las siempre solicitadas ‘pataítas'. De especial espectacularidad fue la de David Palomar.