Título: "Corazón flamenco" - Guitarras: Paco Cepero, José Ignacio Franco, - Miguel Salado - Percusión: Carlos Merino
El guitarrista jerezano Paco Cepero regresó a la ciudad hispalense con un espectáculo similar al ofrecido a comienzos de este mismo mes con motivo de la Bienal, quizás fuera por esta razón que sólo asistiera un cuarto del aforo de la sala. Le acompañaron los mismos músicos que lo hicieron en su día en el Maestranza. A las guitarras, José Ignacio Franco y Miguel Salado, que se limitaron a montar la base sobre la que el protagonista demostró su clase. El recientemente galardonado a la Medalla de oro a las Bellas Artes interpretó temas de su último disco, "Corazón y bordón". El público supo reconocer desde un principio que Paco no sólo brilla por haber acompañado a las grandes voces del flamenco sino además por ser un gran compositor y solista, su exquisito toque adornado con una técnica depurada y eficiente provocaron en la sala un silencio que sólo se quebraba por palmas entusiastas. El concierto comenzó con su tema "noche de caribe" , en el que aludiendo al nombre de su ultimo disco le sacó las mejores notas a los bordones de su guitarra, con un pulgar que recorría el mástil de su sonanta a base de ligaos que maravillan a cualquiera. Su toque está plagado de sentido y sabor flamenco. El artista jerezano siguió tocando unos tangos inspirados en esa particular impronta del artista chiclanero Alonso Núñez, Rancapino. Cepero se sentía cómodo, los punteados volaban entre los trastes. Era el turno de sus bulerías con las que hizo que Jerez se hiciera presente por unos momentos en la capital andaluza. Continuó por rumbas demostrando que sus composiciones tienen tanta calidad como las de su amigo Paco de Lucía. Las seis cuerdas empiezan a tocar por seguiriyas, lo mejor de la noche, un toque que no es más que el reflejo de toda una vida dedicada al flamenco. Llegan acordes de ida y vuelta, son las guajiras que con sus arpegios le dan aun más sabor a la noche. En el ecuador del concierto quiso obsequiar a los presentes con unas sevillanas dedicadas a la ciudad hispalense.. Volvió a los tangos y así dio paso a otro palo grande de este arte, la soleá. Con ella el guitarrista brilló, un toque excelente con un pleno dominio de la alzapua y los arpegios. El jerezano retoma el compás por colombianas, prosiguió por rondeñas con trémolos de fantasía y puso el broche a su actuación con su rumba emblema "Agua Marina", que quiso dedicar como ya hiciera en la Bienal a todas las señoritas presentes.
Texto: José Luis Rivera Pérez