
El pasado mes de diciembre se celebró la zambomba navideña en el Teatro Villamarta que cada año ritualiza la ancestral costumbre jerezana de celebrar la Nochebuena con su extraordinario cuerpo de villancicos, coplas y romances. Era la segunda ocasión que la señera peña flamenca Tío José de Paula se subía al proscenio del primer coliseo jerezano para representar la navidad según esta tierra. Esta entidad, además, fue la que inauguró esta obligada cita con el calendario de adviento. Todo prometía feliz, se estrenaban letras del poeta Antonio Gallardo y como alicientes se encontraban desde un patio de butacas con lleno absoluto hasta la participación de unos artistas invitados de lujo, como José Vargas "El Mono", Chiquetete o Juan Moneo "El Torta". Completados por el maravilloso cuadro de Mujeres de la entidad convocante, así como algunos interesantes ecos en las voces de Ángel Vargas y Joaquín "El Zambo".
Pero las ilusiones no se coligieron con el espectáculo mostrado y, aunque en los lares jerezanos se señala al Torta como único culpable por sus excesivas veleidades sin venir a cuento, la verdad es que fue un cúmulo de circunstancias desfavorables. Todo ello propició que no se lograra la ansiada conexión con el respetable pese a que un perfecto decorado hiciera parecer que estábamos en una zambomba de la mismísima calle Merced, donde la entidad tiene su sede.
Lo principal falló y fue la megafonía, todos los inalámbricos lo hicieron e convirtió en vanos los esfuerzos de los solistas pese a la belleza de las composiciones, aparte, el sonido general alejaba las voces de los protagonistas creando un frío distanciamiento.
Luego, tras un primera parte digamos que aceptable pese a esos inconvenientes, vino una segunda para borrar. Con un Torta fuera de la compostura necesaria para un teatro. Un Chiquetete en exceso frío y un saturadísimo y larguísimo fin de fiesta por bulerías que además sufrió continuos parones de las guitarras en juego, las de Fernando Moreno y su hijo Isaac.
Además, a la debutante Pili Moreno se le cargó en exceso de responsabilidad, siendo Antonia de María Vega de las pocas que supo arrancar ese pellizquito, amén del ya consabido gracejo del simpático y flamenquísimo grupo de mujeres de la peña Tío José de Paula, que sólo lució a destellos... y menos mal.
Texto: José María Castaño