El flamenco volvió a ausentarse del Teatro Lope de Vega de Sevilla en una noche marcada por las risas y los bostezos.
Revista La Flamenca. Luis Pérez. Sevilla. 28/9/2022.
Indignación. Esa palabra describe perfectamente la atmósfera que se respiraba anoche en los corrillos a la salida del Teatro Lope de Vega. Bueno, yo también estuve allí y el público aplaudió durante toda la obra. Porque aquello era una obra, ¿no? Bueno, una obrita. Un entremés del siglo de Oro, de carácter burlesco, que se inserta entre dos obras mayores. O una composición de los alumnos y alumnas del colegio de las hermanas de la Caridad. Con el respeto que me merecen los colegios de monjas, sus alumnas, alumnos y composiciones. Válgame el señó. Pero si fue un éxito clamoroso, según me contó el muchacho que maneja el audímetro del teatro. Es el mismo que mide los decibelios en las terrazas nocturnas, ya sabes. Sí, y tú también sabes que Sevilla lo aplaude todo. Sevilla te dice en tu cara qué arte tienes, mi arma, cuando lo que piensa en realidad es no te lo crees ni tú. Pues anoche, ni siquiera eso. Buena parte del auditorio se quedó en silencio tras finalizar el show, y se podría haber escrito un poemario con sus caras.
Sinda. Palabra de un dialecto italiano, que significa escucha, cucha tú. Sinda, Deliranza, Jaleo is a crime, Nebrissensis, Gratia Plena… son solo algunos de los títulos de los espectáculos de La Bienal 2022. El flamenco nunca se ha llevado bien con la gramática ni con la ortografía. Tampoco con los idiomas, ni con las manoseadas nuevas formas de expresión. Tras varias decepciones para los amantes del baile flamenco clásico, la afición había puesto todos los huevos en el mismo canasto. El de la Galván, estandarte del baile gitano por derecho, y sin descafeinar. Te lo digo en latín, como le habló Julio César a su amigo del alma Bruto, mientras éste lo apuñalaba: Et tu, Brutus? ¿Tú también, Pastora?
Y qué esperabas, si mi hermano Israel está detrás de todo esto. Él dirige, él produce y él manda. Se trata de provocar. No sé qué esperan de todo esto. División, solo eso. Bailaste fatal, y lo sabes. Porque a la gran Pastora Galván no le gusta esa forma de bailar, se le notó en la cara toda la noche. Si fue por llenar la olla, es muy respetable, pero no deja de ser una lástima. Lo único que bailaste de flamenco fue medio baile, por caracoles, porque solo lo hiciste de cintura para arriba, sentada en tu silla. Días antes anunciaste que tu hermano te había hecho ver todas las películas de Disney para que te empaparas del papel de una princesa. A mí me pareció que interpretabas a la Cenicienta, loca por haber perdido, no uno, sino tus dos zapatos de baile.
María Marín es una música de carrera. Ha estudiado cante lírico y tiene un dominio de la guitarra clásica nivel dios. Pero su papel ayer era ridiculizar la música más culta y elitista del mundo. La que nació en Andalucía y ha enamorado a las corazones más sensibles de todo el planeta desde hace más de dos siglos. Punteos machacones, chisteos, siseos, trabalenguas sin sentido en alta velocidad. Ruidos guturales al estilo del patético cantaor ilicitano. Quizás fuera también para provocar, quién sabe. O para buscar nuevas vías de expresión.
El programa, una mentira. Comienza con una marcha religiosa de Mozart, que mira qué flamenco suena don Amadeo. Cuando Pastora Galván sale a ¿bailar? con su vestido de princesa pobre, piensas, tranquilo, ya queda poco para la soleá. Soleá, dice. Martinete. Bulería de Utrera y Lebrija. En serio, te lo habías creído, alma de cántaro. No hubo nada de eso. Calla, que ahora viene el chiste del niño cantor. No quiero seguir. No entiendo de estas cosas, yo vengo a hablar de flamenco. Otro bostezo en el patio de butacas, a modo de protesta. Risas ridículas. Una pantomima. Ovación y vuelta al ruedo.
Ficha artística:
Espectáculo: Sinda. Estreno mundial.
Ciclo: XXII Bienal de Flamenco
Lugar y fecha: Teatro Lope de Vega, Sevilla. 27/9/2022
Baile: Pastora Galván
Voz y guitarra clásica: María Marín
Dirección, coreografía y producción: Israel Galván