La guitarra de Tomatito trajo el fuego y el sentido común a la Bienal de Sevilla
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez Sevilla (Teatro Lope de Vega) 14/9/2016 Fotos: Archivo fotográfico Bienal de Flamenco
Era una apuesta segura. Después de un comienzo con tantas luces como sombras, el público y la crítica de la Bienal de Sevilla necesitaban un refugio, un hogar acogedor a donde poder volver los ojos de la memoria y donde refugiarse cuando llegue el callado invierno. No era muy arriesgado, el Tomate nunca falla. Y no falló.
Porque es un tomate maduro, que conserva los aromas de juventud, aquel aire fresco con el que marchó de Almería de la mano de los dos gaditanos de su vida. Es un tomate en rama, porque no tiene añadidos químicos en su maduración, y el único aliño al que se presta su arte gitano es el del aprendizaje y la experiencia de compartir vivencias y escenario con artistas de primerísima categoría.
José Fernández Torres Tomatito (1958) vino acompañado por su hijo José de Tomate como segunda guitarra, que llevó perfectamente la base rítmica de la segunda parte del espectáculo, y la magistral dirección del percusionista Israel Suárez el Piraña. Otra hija de José, Mari Ángeles Fernández, integrante del cuadro de palmas y coros, (por cierto que interpretó una versión del Romance de Curro el Palmo de Serrat que dejó boquiabierto al personal) acabó de completar el ambiente familiar.
Comenzó Tomatito la noche con una rondeña al aire, un tanto fría y desligada. Pero cuando se embarcó en la soleá ya no era frío, sino fuego lo que sacaba del mástil esa mano izquierda. Comenzaron los sentidos a imponerse, y ya parecía que el rostro se le transfiguraba, la cabeza inclinada hacia la izquierda, la melena suelta y rizada a plomo sobre la tapa armónica, que abrazaba en escorzo con su brazo derecho. Era un chamán sobre el escenario, un auténtico indio que jugaba con las llamas y sanaba nuestras heridas sin pedir nada a cambio ni saber cómo.
Para cuando nacieron las alegrías, ese palo que tanto le caracteriza, ya nos tenía en la faltriquera. Qué contento tiene que estar Paco, le gritaron desde el patio de butacas, y el chamán tiró un beso al aire que nos bendijo a todos.
Y fue entonces cuando salió el mejor músico que uno quisiera tener a su lado en un escenario. Jorge Pardo tomó su flauta travesera y se cantó con ella el himno flamenco de los camaroneros, La leyenda del tiempo, en cuya grabación participó. Desde un tímido rincón del escenario, bailó sobre todas las tumbas e invocó a todos los duendes de Sevilla. Y los duendes salieron, de unos tarantos, que no tarantas, y de unas cartageneras clásicas, las que grabaron don Antonio Chacón y La Niña de los Peines, con la melodía de Acaba, penita acaba o Los pícaros tartaneros. Jorge cantaba, se quejaba con su flauta; y Tomatito respondía a cada lamento, hiriendo con sus picados, con sus rasgueados y sus armonías imposibles.
Lo demás, como de costumbre. Tangos que se convierten en bulerías por culpa de un fandango. Camarón de la Isla flotando toda la noche, en las voces de El Potito, Simón Román, Kiki Cortiñas y Antonio el Ingueta, que estuvieron brillantes en el fin de fiesta.
Ficha artística
Espectáculo:“Tomatito en concierto”. /La Bienal de Sevilla / Sevilla Teatro Lope de Vega 10/9/2016
Toque: José Fernández Tomatito.
Segunda guitarra: José de Tomate.
Cante: Antonio Vargas Potito, Simón Román, Antonio El Ingueta, Kiki Cortiñas y Mari Ángeles Fernández.
Percusión: Israel Suárez Piraña.
Flauta travesera (artista invitado): Jorge Pardo