
Málaga. Auditorio de la Diputación Provincial 12/5/2011
Francisco Reina
Brillante mano a mano y el baile a lo Farruco
Segunda cita de los ‘Jueves flamencos’ en el auditorio de la Diputación de Málaga, que deparó otro brillante mano a mano, en este caso, entre Bonela Hijo y Nuria Martín, que se alternaron en los cantes, mientras el cuadro de Antonio de Verónica cerraba el acto con una lección de baile al más puro estilo de los Farruco.
Abrió el recital Nuria Martín con una bella versión aflamencada de ‘Dos Gardenias para ti’, de Antonio Machín, con Víctor Vallejo, al teclado, y Fran Núñez, al cajón. Bonela Hijo le dio la réplica por Levante (taranta y cartagenera). José Fernández, gran guitarrista de acompañamiento, dejó una bella falseta. Curiosamente, el cantaor malagueño remató estos cantes, como si de una malagueña se tratara, con abandolaos (jabera, entre ellos). Colosal en la interpretación, provoca los primeros oles del público.
Antonio Soto, excepcional guitarrista, no en vano se alzó con el Bordón minero en el Festival de Cante de las Minas de La Unión en 2002, se muestra espectacular. Exhibe una gran seguridad en su toque magistral, que conquista al respetable desde el primer momento. Arriesga Nuria Martín al introducir la trompeta de Jorge Valle en un intento de aportar algo nuevo a un palo tan clásico como las bamberas, que canta con pellizco. Por su parte, Bonela Hijo, a quien vimos recientemente dentro del ciclo ‘Flamenco viene del Sur’ en su faceta más festera, apuesta hoy por cantes más solemnes. Demuestra así que estamos ante un cantaor enciclopédico. Por seguiriyas, dolientes, confirma lo apuntado.
Tras una entrada portentosa de Soto, la cantaora malagueña interpreta unas cantiñas cadenciosas, con mucho gusto. Bonela prosigue por tangos, con homenaje a Camarón incluido. Demuestra, una vez más, ser un cantaor completo. Sus innumerables premios están plenamente justificados. Un ejercicio de virtuosismo por parte de Soto, a la guitarra, y Núñez, al cajón, introduce a Nuria Martín, de pie, por bulerías. Despliega su faceta como bailaora (alternando el cante y el baile), con la que se mete al público en el bolsillo. Bonela interpreta ‘Canastera’, intento de Camarón por crear un palo nuevo (como El Lebrijano hiciera con las galeras). Requiebros que, pese a ser payo, recuerdan al genio de San Fernando, con pellizco y jondura.
Turno para el baile, al más puro estilo de los Farruco, de Antonio de Verónica. Precedido por su cuadro flamenco, con el cante de Luisa Muñoz y el toque de Cherokee, que comenzó por alegrías, con ese duende que tienen los gitanos, el bailaor se incorporó por bulerías, en un espectáculo de pureza. Con un zapateado poderoso y un ritmo vertiginoso, conectó ipso facto con el público. Grandioso. La bailaora Saray Cortés, también espectacular, le dio el relevo con mucho donaire. Por soleá, mostró un braceo grácil y un zapateado potente, un torbellino. Soberbia. Como guinda, bailaron a dúo en un auténtico derroche de arte.