La bailaora granadina decepcionó en la Bienal de Flamenco con una propuesta incomprensible y fuera de los límites del baile más vanguardista.
Revista La Flamenca. Luis Pérez. Sevilla. 15/9/2022
No quieres escribir sobre mi estreno. No me apetece. Por qué. Si soy una muñeca vestida de negro. Voy con bailarines vestidos de mujer. De fraile. De negro. Ah, que eso ya lo he dicho. Comienzo otra vez. Soy una muñeca que se llama Alicia. Mi obra quiere inscribirse en el género del nonsense de Lewis Carrol, el esperpento de Valle Inclán, el absurdo de Groucho Marx. Pero para que el espectador acepte el juego que le propongo, le tengo que ofrecer algo que no está a mi alcance: el humor. Porque mi Deliranza, fíjate tú qué nombre tan flamenco, si hay una cosa que no tiene por ningún lado es gracia. Búscale otro nombre. Ni flamencura, ni ángel, ni flamenquería. Por no tener, no tiene duende ni galatería, como dicen en Jerez. Ni gracia. Ah, que eso ya lo he dicho antes también.
Podría seguir, pero no quiero. Porque Patricia Guerrero, Premio Nacional de Danza de 2021 se mofó ayer de muchas cosas, pero, sobre todo, de su currículum. Tiró a la papelera su Compás del Cante Joven, su Desplante de las Minas, su Giraldillo, su gloria como primera bailaora en el Ballet Flamenco de Andalucía. Quiso reírse, y lo hizo, del público del Teatro Maestranza, el coliseo más importante de Sevilla. Lo consiguió con buena parte de los asistentes, pues muchos salieron por patas antes de mediar la función.
Podría poner guirnaldas de palabras huecas, vacías de contenido, igualito que esta superproducción. Podría enaltecer las bondades de la iluminación, las luces, el vestuario. No, nada que decir al respecto. Del mismo modo que tú no me contaste nada ayer con esas manos cibernéticas, ni con el braceo inerte de una bailarina de juguete prisionera en su urna de sobremesa.
No voy a entrar en el juego de la crítica a base de conceptos pseudointelectuales. Que para ver un espectáculo de baile flamenco, no hay que ser doctor en Filosofía Escenográfica. ¿Entonces? Dime, al menos, cómo ha bailado Patricia. No sé, yo no entiendo de brazos y muñecas rotos, de hombros luxados, ni de piernas ortopédicas que ralentizan el compás con taconeos absurdos de claqué. No aprendí a describir la danza de los zombis para mentirle a los lectores sobre las bondades del baile postflamenco. No me gustan, porque no tengo necesidad de que me gusten, los bailarines con barba vestidos de gitana.
Habla de flamenco entonces. Sé que estaba allí Dani de Morón, que se encargaba de la dirección musical. No puedo. Ni siquiera sé si era él el que se vislumbraba en lontananza, asomado a un andamio que aparecía y desaparecía devorado por un juego de luces negras. Mucha música y pocos palos. El flamenco moderno no quiere oír de palos, ni de estilos, ya sabes, dicen que eso encorseta la creatividad. Unos tangos, si eso. La vidalita deconstruida. Un remedo de seguiriya. Mira, qué gracia, sale un bailarín, sale otro, van patinando frenéticamente sobre hielo, cortando jamón, la mano derecha sobre la izquierda, zas, zas, zas. Qué bonito. Calla, calla, que sale un bailarín, sale otro, y una bailarina. Van en fila. Llevan un bastón en equilibrio horizontal sobre la cabeza. Qué bien lo hacen, no se les cae. Me recuerda a Los Bolecos de Farruco, Rafael y Matilde. Qué dices, prima. Si Matilde Coral viera esto, yo sé lo que diría.
Ficha artística:
Espectáculo: Deliranza
Ciclo: XXII Bienal de Flamenco 2022
Lugar y fecha: Teatro de la Maestranza, Sevilla. 14/9/2022
Baile: Patricia Guerrero
Bailarines: Martí Corbera, Maise Márquez, Gloria del Rosario, Ana Pérez, Hugo Sánchez, Ángel Fariña y Fernando Jiménez
Guitarra flamenca: Dani de Morón
Teclados: Óscar A. Rifbjerg
Percusión: Agustín Diassera
Cante: Sergio El Colorao y Amparo Lagares