El coreógrafo y el guitarrista Pedro Barragán presentan en Barcelona una pieza especial que reivindica la vanguardia de Vicente Escudero
Revista La Flamenca. Xavier Grau. 18/11/2021 Fotos: Judit Rodríguez
El bailarín y coreógrafo Andrés Marín reivindica la figura de también bailaor y coreógrafo Vicente Escudero con el que confiesa identificarse en la proximidad a cómo ambos conciben la creación y el baile flamenco y su predilección por las vanguardias.
Junto al guitarrista Pedro Barragán, barcelonés afincado en Sevilla, Marín acaba de presentar este jueves (11 de noviembre) una pieza en que recupera y reinterpreta el trabajo de Escudero para “poner en valor su figura tan importante”, según explica en conversación con Revista La Flamenca.
Este trabajo intenso y puntual titulado Vicente Escudero. Recto y solo, encargo directo de la Sociedad Flamenca Barcelonesa El Dorado, se acerca al aire de la performance en la que tan bien se desenvuelve Marín.
“Me gustó la idea cuando me propusieron hacer algo sobre Vicente Escudero y he decidido enjaretar varias de las claves de su trabajo enfocando la tradición hasta hacer una hibridación con el arte, la pintura, el cubismo...”, detalla el bailaor sevillano.
“Hemos creado algo que se inspira también en la predilección de Escudero por las vanguardias y hemos trabajado con música electrónica y nuevos ambientes sonoros y silencios que potencian mi baile sobrio y austero, tan recto como el que él defendía”, explica Marín.
No esconde en sus palabras su predilección por las líneas claras y limpias en su trabajo en escena y lo explica así: “me siento muy geométrico, muy vertical, yo no soy, digamos, un bailaor redondo”.
“Vicente es un bailaor de los primeros que buscaba esa limpieza en su baile y así va evolucionando su repertorio de pies, de manos y de ritmos”, detalla. “Yo, como él -añade- soy superminimalista en los movimientos, me alejo del show y de los artificios retirando efectos que puedan engañar al público”.
Andrés Marín dice reconocerse en el baile sobrio y austero de Escudero, fallecido en Barcelona en diciembre de 1980 a los 92 años, y recordando entre muchos otros hitos por su debut en el Olympia de Paris en 1922, el éxito en el estreno de El amor brujo de Falla en 1925 o la presentación en la Barcelona de 1930 de sus Bailes de Vanguardia así como su impacto en el homenaje a la Pavlova en Londres allá por 1931.
Su faceta como estudioso y maestro del flamenco quedó recogida en su reconocido Decálogo del buen bailarín presentado en 1951 en la barcelonesa sala El Trascacho.